The Gardens Between: quien tiene un amigo, tiene un tesoro

The Voxel Agents nos sorprende con una preciosa experiencia minimalista. Un puzle en el que la amistad se erige como pieza maestra. El pasado mes de enero, en AKB pensábamos que The Gardens Between sería uno de los «tapados» de 2018 ¿Lo habrá conseguido?

Durante los últimos años, los videojuegos de puzles se han convertido en un fantástico conducto para transmitir. Con muy poco, títulos como The Spectrum Retreat, The Witness, The Talos Principle, Shape of the World o Q. U. B. E. 2. lograron contarnos muchas cosas y hacernos reflexionar sobre diversos conceptos de la vida, tanto los cotidianos que experimentamos durante el día a día, como otros más existenciales que nos llevan a especular ante lo desconocido.

The Gardens Between llega con toda una declaración de intenciones: conquistarnos gracias a su belleza y transmitirnos su mensaje sobre la amistad. En alguna ocasión, todos hemos perdido a un buen amigo, ya sea por que una de las partes se marche a vivir a un lugar lejano, porque el paso de los años cambia a las personas y eso puede ocasionar que se distancien o, lamentablemente, por culpa de una pérdida irreparable.

Los australianos de The Voxel Agents han apostado por representar visualmente una serie de momentos que, en mayor o menor medida, todos hemos tenido la suerte de vivir durante nuestra infancia: jugar a la consola con nuestro vecino, pasar la noche en una tienda de campaña o visitar una exposición, entre otras actividades. Arina y Frendt, los protagonistas del juego, podrían ser Elena y Jesús o Roció y Antonio, por citar los primeros nombres que se me han venido a la cabeza, y es que en The Gardens Between resulta imposible no ver nuestra niñez reflejada en cada pantalla.

Metafóricamente —desvelar el por qué conllevaría arruinaros la sorpresa—, cada isla ubicada en un mar que no parece tener fin nos muestra un vestigio; un momento que Arina y Frendt tuvieron la suerte de compartir. Al navegar por lo que parece un océano de recuerdos tan bellos como amargos, tenemos la oportunidad de acceder a cada uno de ellos para tratar de completar el puzle, alcanzar el clímax de cada situación y quedarnos con una estampa del momento en cuestión. Sin prisa, sin pausa y con la incertidumbre de no saber en qué preciso instante terminará la sucesión de recuerdos.

Para jugar a The Gardens Between solo debemos emplear dos botones: el de acción y uno de los sticks de nuestro mando, y es que todo consiste en portar un candil y modificar el paso del tiempo a nuestro antojo, teniendo la posibilidad de hacer que avance o retroceda en función de nuestras necesidades. Paradójicamente, el único modo de completar cada secuencia es avanzar en el tiempo, algo que inevitablemente choca con el presumible deseo de congelar las manecillas del reloj con el que todos hemos soñado en algún momento de nuestras vidas.

Nuestros protagonistas caminan hacia adelante cuando inclinamos el stick y eso hace que los diversos elementos que vemos en la isla sigan su curso natural; unas tijeras que caen, un grifo que se abre o un aparato electrónico que se activa. Mientras tanto, nuestro único objetivo no es otro que encontrar una fuente de luz que nos permita encender nuestro candil para llegar a la cima y activar el extraño mecanismo que nos permite inmortalizar cada recuerdo antes de pasar al siguiente.

Por norma general, los rompecabezas no suponen un gran desafío, más allá de un par de situaciones más exigentes de lo habitual. The Gardens Between es un juego accesible para todos los públicos, alejándose de otras propuestas mucho más complejas que nos exigen dar lo mejor de nosotros mismos y que nos llevan, en más de una ocasión, a quedarnos atascados sin saber muy bien cómo superar una pantalla.

No obstante, la originalidad con la que han sido concebidos los diversos puzles que nos toca superar, junto con la belleza que irradia cada escenario, terminan dando lugar a una experiencia de lo más amena y gratificante. The Voxel Agents no pretende que nos estrujemos los sesos; su única intención es que disfrutemos de una travesía capaz de evocar nuestros mejores recuerdos de la infancia. Esto es algo que no conviene olvidar, porque podría ser un gran inconveniente para todo aquel que busque una experiencia de puzles más pura y exigente.

The Gardens Between es un título corto, muy corto —su duración no se excede más allá de las tres horas— pero capaz de transmitir tanto o más que cualquier propuesta de carácter similar, así que sería una pena que os destripara el desenlace de la historia de nuestros simpáticos protagonistas. En cualquier caso, estamos ante una de esas propuestas que no dejan indiferente a nadie, capaces de tocarnos la fibra al tratar de representar algo tan real como la vida misma. La explicación es sencilla: en alguna ocasión, todos hemos sido Arina y Frendt. [85]

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