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¿Siempre hay que escoger?, una reflexión de ZehnGames

Follet Tortuga

Cuando leo en alguna red social que alguien se declara sonyer o xboxer, me pregunto, entre otras cosas, si son términos excluyentes. De hecho, si fuese así yo no tendría sitio en ese mundo dicotómico. Claro que, por otra parte, nos hemos dejado a los nintenderos o los peceros. ¿Siempre hay que escoger?

Nos pasamos toda la vida escogiendo cosas mediante la toma de decisiones. Desde nuestros primeros meses de vida, interactuando con el nuevo mundo que se nos presenta, elegimos. Aunque lo hacemos dentro de un reducido marco, ya que las decisiones de peso las toman por nosotros. Luego llega la formación de la persona, los valores, la moral y la ética, que nuevamente, nos han puesto delante. Finalmente, cuando uno cree tener el poder de decidir se topa con la realidad. Los mecanismos que articulan la sociedad nos marcan el límite. De esta forma, uno puede decidir comer una hamburguesa en un fast food; sin dinero para pagarla no podrá ser dentro de los límites sociales.

Afortunadamente todo esto se interioriza y se normaliza, pero hay otras áreas donde la elección es tan libre como la consecuencia de la misma. Dicen que en esta vida se puede cambiar de amistades, de pareja e incluso de partido político, pero nunca de equipo de fútbol. Curiosamente, el fútbol es otro paradigma de las filias y las fobias. Si eres del Real Madrid, no puedes mostrar ni un ápice de simpatía por el Barcelona o el At. Madrid; en el mejor de los casos mostrarás indiferencia. Algo más identificativo con del movimiento de masas que con el propio deporte en sí, ya que los casos de intercambio de camisetas antagónicas son por todos conocidos. Situación, por otra parte, que no deja de tener su punto ridículo ya que, de alguna manera, todo se reduce a un tema económico.

Servidor reconoce abiertamente su condición de culé desde que tengo uso de razón, a la par que no me genera ningún problema reconocer que si me pagasen lo mismo que cobro en mi trabajo actual por trabajar en el Real Madrid, lo haría sin problemas. Evidentemente si hablamos de formar parte de la primera plantilla cobrando una morterada, avísenme cuando llegue la prensa que beso el escudo mientras digo aquello de que desde bien pequeñito siempre quise jugar en el Real Madrid. Sirva esta recurrencia al deporte rey como ejemplo de que al final, siempre se puede elegir.

Retomando, tras este paréntesis futbolero, lo de sonyer y demás, les confieso que cuando era un adolescente, llegué a construir argumentos variopintos para defender mi NES no solo en la comparativa con Master System, sino con Mega Drive. Ese era mi nivel de fanboyismo acérrimo. Aunque la realidad era bien distinta. En aquella época no pude permitirme tener ambas plataformas. Este convencimiento por defender un producto o marca me llevó a vincularme exclusivamente con Nintendo. No quería saber de otras, porque solo podía permitirme una, así que escogía Nintendo más por devoción y fidelidad que por un análisis objetivo. Y así fue hasta Nintendo 64. No voy a negar las bondades de esta consola, pero la irrupción de Sony con su PlayStation la relegó a un segundo plano; algo, por otra parte, que los consumidores de Nintendo experimentamos por primera vez. Ver que los videojuegos más interesantes no tenían cabida en tu consola, en tu apuesta personal, a pesar del pasado reciente lleno de éxitos, era frustrante. Buscas argumentos, te escondes detrás de Link o Mario, e incluso empiezas a mirar hacia el futuro incluyendo en tu discurso Project Dolphin, primer nombre con el que se presentó Game Cube. Pero en el fondo sabes que algo ha cambiado. Que el mercado evoluciona y las grandes compañías deben adaptarse para sobrevivir. Y que tú, al fin y al cabo, eres el último eslabón de la cadena, pero sigues teniendo la opción de escoger. Una reflexión que te lleva a entender que ha llegado el momento de probar otras opciones de forma natural e intentar valorar cada producto por lo que es, huyendo de comparaciones absurdas.

De esta forma, caté la primera consola de PlayStation lo que me llevó a PS2 y PS3 sin apenas pestañear ante otras alternativas. Parecía que la historia se repetía, pero no fue así. Ante la brutal competencia entre Xbox 360 y PS3 me decanté por tener los dos formatos en cuanto pude y así disfrutar de las bondades de cada uno. Lejos de identificarme con alguna en concreto, prefiero aprovechar la oferta del mercado. ¿Y Nintendo? Pues les confesaré que tengo todas las consolas de sobremesa de La Gran N hasta la séptima generación. Sin embargo, interpretando la finalidad con la que Nintendo realiza su productos, tengo claro qué significa comprarlos. A modo de ejemplo, Wii ha sido la última consola de sobremesa de la pasada generación en entrar en mi casa. Concretamente a principios de este 2014. Y no es baladí. Desde que Nintendo dejó de competir con Sony y posteriormente Micorsoft en cuanto a público objetivo, tengo claro que las consolas de Nintendo hay que valorarlas una vez cerrado su ciclo productivo. Esto nos permite valorar con la perspectiva del tiempo reciente la calidad su catálogo de juegos; punto que para mí es fundamental para realizar una compra. Por tanto, Xenoblade Chronicles, Pandora’s Tower, The Last Story, Monster Hunter Tri o The Legend of Zelda: Skyward Sword son, entre otros, aquellos videojuegos que justifican la compra de Wii. Porque a pesar del ingente catálogo de Wii, no nos engañemos, su fuerza radica en sus propuestas exclusivas y no en aquellas versiones de juegos multiplataformas, donde ahí sí, tiene las de perder con las consolas de Sony y Microsoft.

Actualmente no dispongo de ninguna consola de nueva generación. De hecho, me esperaré posiblemente a 2015 cuando el catálogo de videojuegos sea más amplio. En este sentido, de momento, mi apuesta será por PlayStation 4, sin perder de vista a Xbox One. En cuanto a Wii U mi idea es hacer lo mismo que con Wii. Esperar a que Nintendo conforme un catálogo de exclusivos de calidad, un ejercicio en el que históricamente, a pesar del relativo éxito de algunas de sus consolas, no ha tenido rival. Bayonetta 2, The Wonderful 101 o ZombiU ya marcan el camino a seguir para Wii U.

Raul Factory
@RaulFactory

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