Hace unos años, más de los que me gustarían, para mi el no va más de los videojuegos estaba en un salon recreativo, el New Park de las Ramblas de Barcelona. Había cosas alucinantes, como un Ridge Racer que se jugaba dentro de un descapotable en tres pantallas gigantes o un Virtua Formula con 4 réplicas de coches de formula uno, con motores que recreaban en el mueble los movimientos de los F1 en la pantalla, además de haber cámaras apuntando a los pilotos.
Pero la Joya de la Corona, al menos para mis ojos, era esa ventana al future que eran los juegos de presunta Realidad Virtual. Había 2, al menos que yo recuerde, uno de disparos y otro de boxeo. La experiencia consistía en un casco en el que un mundo poligonal carente de texturas se desplegaba ante tus ojos. Un único mando en una mano servía para interaccionar, completando una experiencia más memorable por lo novedoso que por el resultado conseguido.
La Realidad Virtual no volvió a irrumpir en el panorama jugable, al menos desde donde yo lo contemplaba, hasta hace bien poco , con la sorpresiva irrupción de un cacharro acunado en la plataforma de micromecenazgo Kickstarter: el visor Oculus Rift. Las reacciones han sido brutales, inesperadas. Además del rotundo éxito de la iniciativa de crowdfunding, consiguiendo una cantidad record de dinero, el proyecto adquirió una nueva dimensión de visibilidad cuando una figura consagrada como la de John Carmack se interesó tanto por el proyecto que han acabado involucrándose en él, asumiendo una posición de CTO (Chief Technological Officer).
En AKB hemos hablado más bien poco de Oculus Rift o de sus posibilidades. Charlando con Nando de Izanami Games Studio me destacó el claro enfoque a facilitar la compatibilidad de Oculus Rift con los principals videojuegos existentes, incluso con los dispositivos móviles, en una iniciativa, aparentemente, liderada por el propio Carmack. El objetivo último es el integrar el producto con el software y HW existente, evitando segmentar el Mercado. Aunque claro, para jugar fuera de casa necesitarás cargar con el casco allá donde vayas. Y ahí entramos en los condicionantes, más allá del precio de los periféricos.
Para experiencias inmersivas quizá los periféricos sean necesarios para una total inmersión, pero para poder disfrutar de las experiencias virtuales en cualquier lugar nada puede competir con los productos diseñados para los navegadores. Los videojuegos tradicionales han saltado a los navegadores tanto a través de versiones casualizadas como mediante portales enfocados a proporcionar acceso a dichos títulos a través del streaming usando servicios como Gaikai.
Los juegos para Redes Sociales como Facebook ofrecen experiencias aparentemente simples como el exitoso Farmville o ese reciente ripoff social de Bejelwed llamado Candy Crush, pero, al final, toda experiencia está enfocada a un propósito. En el New Park, hace años, ofrecer una experiencia pionera de la Realidad Virtual tenía sentido. En los hogares, Oculus Rift es el siguiente paso para la VR y los jugadores ávidos de nuevas experiencias lo acogerán con los brazos abiertos. Pero para el gran público la ventana sigue siendo la pantalla del ordenador, ya sea para embarcarse en épicas aventuras con los colegas en el mundo de WoW o para jugar unas partidas a la ruleta de 888casino en un Casino virtual al que tan solo le falta la camarera con el cava…