Treinta años de Sonic the Hedgehog. Treinta años desde que el erizo azul más rápido de todos los tiempos surgiera para traernos una sensación de velocidad que las plataformas nunca habían visto. Por sus treinta años, un remaster de uno de sus últimos juegos más queridos y un futuro juego del que poco se sabe por ahora. Hablemos de Sonic Colours: Ultimate.
Un viaje a un pasado no muy lejano
Para ponernos un poco en contexto, Sonic Colours (o Colors salvo en Europa y Australia) fue un videojuego lanzado para Wii y Nintendo DS el año 2010. Un título que recibió, por lo general y dentro de lo que se espera de un Sonic en 3D. Ahora, con este remaster once años más tarde, las expectativas eran algo mixtas: altas para los fans del erizo, más templadas para el resto de personas. El juego solo nos mostraba unos gráficos mejorados y una remasterización de la canción principal del juego (eso sí, vaya pedazo de remezcla) pero nada más allá que me dijera «quiero hacerme con él».
Sin embargo, yo no jugué al original. Mi última incursión al Sonic tridimensional fue con Sonic Generations, una amalgama de fases 2D, 3D y un una mezcolanza de ambas. ¿Me gustó? A ratos, pero desde luego fue un entretenimiento muy interesante durante las cinco seis horas que lo jugué, por lo que no habiendo jugado al Colours original este me generaba curiosidad, ni que fuera por la ya mencionada banda sonora. Anda que no habré cantado yo veces ese fantástico Reach for the Stars o tarareado las melodías de Planet Wisp o Aquarium Park Act 1. Pura fantasía de la mano de Tomoya Ohtani.
Un inicio que apetece
Así que… ¿qué me encuentro cuando me pongo con este Sonic? Una cinemática introductoria que dios mío como se me pusieron los pelos como escarpias y la cara de mi novia sonriendo como buena fanática del erizo que es. ¿Y cuándo me pongo a jugar? Un juego divertido y simple. Un Sonic, así de simple. Por lo que he podido ver (repito, no jugué al Colours original) es básicamente el mismo juego al más puro estilo Nintendo con los remasters, eso sí, con mejoras gráficas (aprende, maldito 3D All Stars) y algunos detalles que no suman apenas nada al conjunto: skins para Sonic, algunos minijuegos… nada muy especial.
Bueno, hay una cosa que sí suma: la banda sonora. Los remixes de los temas de los niveles son una absoluta delicia, todos y cada uno de ellos. No exagero si digo que es lo mejor de este Sonic Colours: Ultimate, pues si bien no son modificaciones muy grandes de los temas originales, cumplen su cometido ampliando la banda sonora y mejorándola para ser una OST de 10 con todas las palabras. Y si no, probad a escuchar Reach for the Stars, Speak With Your Heart o los temas remezclados de cada nivel. No hay nada más que añadir.
Remasters mejores que los de Nintendo, aunque eso tampoco es decir mucho
Jugablemente es mejor que el de Wii. Tampoco es que eso tuviera que suponer una gran novedad, es algo que se daba por hecho, pero los posibles bugs que la gente se pudo encontrar al principio son inexistentes a partir del primer parche que aplicó Sega y el erizo se mueve increíblemente bien incluso en la híbrida de Nintendo. Evidentemente luce más en todos los demás sistemas, pero tampoco es un secreto. El juego no se ralentiza, no presenta ningún momento donde jugar en pantalla pequeña sea un inconveniente y, al final, es básicamente lo mismo.
Eso sí, una vez entramos al juego, es un Sonic más. Comparándolo con Generations, el anterior que he jugado de la franquicia, siento lo mismo todo el rato: algunos niveles están balanceados y da la sensación de velocidad que el juego debería transmitir, permitiéndonos de manera intuitiva llegar hasta el final sintiéndonos como él. Sin embargo, otros niveles, y me atrevería a decir que son mayoría, se sienten torpes en ocasiones. Aquarium Park, por mucho que me guste su banda sonora, es de lo peor al jugar, y no se ha tocado nada en este Sonic Colours: Ultimate.
Mi problema con el erizo
Siempre me pasa lo mismo con los Sonics, y es que sus niveles están pensados como si se trataran de un arcade. Buscar completar el nivel en un tiempo determinado consiguiendo todo es algo que, por ejemplo, casa bien con un Mario en una sola jugada porque el juego te permite explorar y, además, sus claves visuales permiten entender tras pocas partidas qué esperar e intuir que hay más allá. En el caso de Sonic Colours: Ultimate, esto ocurre muy pocas veces. La mayoría de niveles soy incapaz de percibir el ring rojo que me falta y se que deberé dar varias vueltas al nivel, conociéndolo de cabeza, para ello. Si te gusta rejugar cada nivel para explorarlos hasta el final, este estilo puede parecerte entretenido. Para mi, es una lacra que viene implícita en el ADN del erizo.
No creo que se pueda solucionar esto porque viene desde sus orígenes. Somos un erizo supersónico, pero este estilo de juego que casa tan bien con un speedrun es duro de tomar en los primeros intentos. No podemos encarnar el personaje desde el principio porque no podemos sentirnos como él al no existir la sensación de progresión homogénea por niveles. No hay curvas de dificultad, no hay nada similar, todo queda en el aprendizaje por prueba y error y cada nivel, aunque distinto en su diseño, poseen un núcleo común y te exigen prácticamente lo mismo.
En resumen
Mira que me gusta Sonic, pero cada título que toco este hecho me rechina horriblemente hasta que no llevo unas horas ya. Da igual que haya jugado varios, siempre siento que no soy lo que el juego espera de mi y esto me resta diversión. Sonic Colours: Ultimate es un buen juego, un buen remaster y un buen Sonic¸ con todo lo que esto conlleva. No trae nada que el original no tuviera que sea relevante y salvo los controles de nueva generación y la banda sonora, no es nada especial.
Además, aunque el doblaje al castellano es excelente, las conversaciones entre Sonic y Tails son muy extrañas, con bromas bastante tontas que me hacían arquear la ceja sorprendido, pues encima a estas escenas no se les ha puesto el mimo increíble que tuvo la secuencia de introducción. Aun así, puedo ver que para estos diálogos yo no soy precisamente el target, pues el hijo de una amiga al que puse a jugar para ver si reacción se rio a carcajadas. Por eso, tras debatirme internamente sobre qué nota debería ponerle a este Sonic, creo que en mi opinión se merece un [75].