Spy x Anya, ojalá no haberte conocido

No me suele pasar, pero a veces, por fanatismo, me dejo llevar y compro algo que puede que me guste sin tenerlo muy claro. Los trailers no terminan de convencerme, pero jope, puede estar bien… ¿no? Ojalá no os haya pasado a vosotros lo que a mi con Spy x Anya: Operation Memories.

Spy x Anya: Operation Memories

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Me encanta Spy x Family, en serio, ese manga/anime que incita a la gente a tener hijos y formar una familia porque joder, que cuco y que bonito todo. Luego la vida real y nuestras experiencias familiares suelen enseñarnos que esto no es así la mayoría de las veces, pero repito: joder, que cuco, ¿no? ¿Cómo puedo yo negarme a comprar de salida, repito, de salida, si me encanta la serie, el manga, la peli, tengo figuras… este Spy x Anya? De verdad que en qué hora decidí caer, y de hecho no hace falta que lleguéis al final del análisis, ya os lo digo ahora mismo: es mediocre. Jugable y mono, si, pero muy mediocre.

Pongamos el juego en contexto. Anya, la adorable niña con poderes telepáticos capaz de leer la mente tiene que hacer un diario donde muestre su día a día. Su padre, un espía de un cierto país casualmente muy parecido a Alemania Occidental, se ha montado una familia falsa que incluye a la susodicha niña, adoptada, por cierto; a una asesina del gobierno del país en el que se encuentran, que también casualmente se asemeja a la mitad comunista oriental de cierto país actual, y a un perro que ve el futuro. El normal, aunque cueste creerlo, es el padre con traumas infantiles víctima de la guerra.

Papi, tengo deberes

Volvamos al diario, por supuesto. Hay que hacer un diario, son deberes de clase, y papá quiere que sea superchuli porque así puede que nos den una estela, que es algo así como las pegatinas que nos ponían en infantil cuando hacíamos bien los deberes, recogíamos la clase y éramos buenos —aunque aquí te da acceso al olimpo de los pijos y con ello, a reuniones elitistas porque el colegio de la nena parece financiado por la editorial Planeta y Florentino Pérez—. Total, que como el diario es tan importante, además de nuestro día a día —que consiste en ir a clases, al colegio y pa qué más—, papá ha decidido que nos dediquemos a hacer excursiones cada tres días —¿y el colegio? ¿y el trabajo? Empiezo a envidiar a los del este…— para hacer un poco de postureo.

Esto es toda la trama del juego. ¿Toda? Toda. No puedo spoilear lo que no existe. ¿Y cómo se juega? Esa es la gracia, queridos lectores: no lo hacemos. Hacemos fotos para conseguir puntos que nos permiten hacer minijuegos que nos permiten comprar objetos con los que vestir a nuestra familia del anime favorita u objetos para desbloquear nuevos puntos de fotografía durante nuestros paseos. Lo único que otorga algo de variedad al título son los minijuegos, de los que hablaré a continuación, pero el resto… digamos que llegas a un punto en que dos de esos tres pasos te los puedes saltar pulsando un botón para ir directamente a los minijuegos.

Playa

Saca a tu fotografo que llevas dentro, pero bajo tu propia voluntad

Las fotos en clase y casa son «pocas», así que una vez las tenemos todas basta con acercarnos a cualquier punto, pulsar un botón y ale, puntos para ti. Los paseos tienes que ir, pero pasa lo mismo: una vez tienes todas las fotos —siete por zona—… ¿para que ir? Basta con visitar cada zona tres veces y olvidarte de ella para siempre. Y si las fotos llegan un punto que son más un mero trámite… ¿por qué seguir jugando? ¿por qué? Esta pregunta va más dirigida a mí, que he platineado el juego, que a vosotros. Vosotros sois posiblemente más listos que yo.

Pues mira, porque me encanta completar juegos «sencillos» y no me esperaba que fuera tan malo, pero hacerlo se convirtió en un ejercicio más de autocastigo que en un placer. Cuando hice todas las fotos y vi lo que te daban al final —spoiler: nada—, me comencé a plantear muchas cosas que, pese a todo, no fueron suficiente para hacerme parar en mi empeño por conseguir todos los objetos y misiones. Y esto significa una cosa: completar cada minijuego.

Pac-anya

Spy x Anya: Operation minigames

Vamos a la peor y mejor parte del juego, que se dice pronto. Spy x Anya basa el grueso de su jugabilidad —porque llamar jugabilidad a lo de antes es ser demasiado generoso— a los minijuegos. Algunos están muy bien, como por ejemplo el de Lloyd o los de Bond; otros son más normalillos, como el de Yor por su propia mecánica, los bolos o el balón prisionero; otros lo son porque se parecen entre sí, como el del entrenamiento, el de la clase o el de envenenar a Yuri con la comida de su hermana; otros son, simplemente, juegos de Bandai Namco, como el Pac-Man con Anya —musiquita y todo—; otros son juegos de cartas, y es difícil fallar en eso… y luego está el del desfile de moda, donde quiero prender fuego a quien decidiera que era buena idea un juego de pasarela de moda con dos niñas de seis años por mucho que de fondo sea exactamente igual al del entrenamiento con Yor pero con un escenario que me repugna.

Cada minijuego tiene tres niveles de dificultad, y cada nivel de dificultad tiene tres misiones, lo cual hace que tengamos que repetir nueve veces cada minijuego para obtenerlo todo, y tenemos un total de diecisiete minijuegos. Es decir: hay que hacer 153 minijuegos —y recordemos: solo son 17 minijuegos distintos— para obtenerlo todo. Vale que el publico objetivo no sea yo, pero… ¿lo es realmente un niño? Quizá en Japón la demografía de la serie sea más clara —y no es para menores de siete años… y casi que ni de trece—, así que en el resto del mundo la gente que conoce la serie y le interesa este producto es bastante más mayor, y ni con eso te lo compro. Si tuviera un hijo —llamémosle NMCito—, y le diera este juego, creo que me retirarían la custodia.

Familia feliz

En resumen

Voy a intentar ponerme serio por un minuto y dejar la bilis a un lado. ¿Es Spy x Anya un juego desastroso? No, no lo creo. Se puede jugar, posiblemente con partidas cortas para alguien menos exigente que yo «puede hacer el papel», pero sin duda no a 50 euros. Es un robo a mano armada para un juego cuya trama es apenas existente —y mira que a Spy x Family le pido poco en este aspecto—; que gráficamente no se ve mal… pero tampoco es ninguna maravilla; que sonoramente es bastante mediocre y repetitivo y que, el juego en sí parece un proyecto hecho en seis meses por un equipo de recién graduados, porque es que hasta las cargas son infumables. Por favor, no os lo compréis, y mucho menos a precio completo. ¿Te gusta mucho la serie? Quizá lo pongan a 15€ y oye, quizá pueda hacerte el papel… pero incluso así dudaría de ello. [50]

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