«Todo lo que vemos o parecemos es solamente un sueño dentro de un sueño.» Edgar Allan Poe (Escritor, poeta, autor, editor y crítico literario, Boston 1809 – Baltimore 1849)
Siempre he deseado vivir un sueño, fundirme entre el mundo físico y la fantasía. Por fin, con este videojuego, lo he logrado.
Así, Superliminal (Pillow Castle Games, 2019) es un juego que se destaca por su enfoque metafísico y su capacidad para desafiar las nociones tradicionales de la realidad. Desarrollado por Pillow Castle Games, este título ofrece una experiencia única al combinar elementos de rompecabezas y perspectivas ilusorias que desafían la lógica convencional. Todo es cuestión de la mirada.
En el juego, como jugadores nos sumergimos en un mundo surrealista donde la percepción es la clave para resolver los desafíos presentados. La premisa central se basa en la manipulación de la perspectiva: los objetos que se recogen y manipulan pueden cambiar drásticamente de tamaño dependiendo de cómo se ven. Esto crea situaciones enigmáticas y rompecabezas que desafían la intuición y la lógica espacial. Perception is reality, como vemos escrito en diferentes habitaciones a lo largo de la partida.
Sin embargo, pese a que la jugabilidad es muy interesante y atractiva, lo que más he disfrutado del videojuego es su estética visual. Los entornos oníricos y las ilusiones ópticas evocan un sentido de maravilla y desconcierto. Los colores vibrantes y las formas geométricas inusuales contribuyen a la atmósfera surrealista del juego, creando una experiencia visualmente impactante, con reminiscencias a la pintura surrealista de Salvador Dalí o René Magritte o, incluso, a los paisajes metafísicos italianos del artista Giorgio de Chirico.
Por ejemplo, en el caso de Giorgio de Chirico, su técnica de representar paisajes urbanos vacíos y arquitectura surrealista, a menudo con elementos simbólicos yuxtapuestos, es visible en Superliminal. El juego también presenta entornos arquitectónicos surrealistas que desafían las leyes de la física y la lógica, evocando una sensación de extrañeza y misterio similar a la que se encuentra en las pinturas de Chirico.
A su vez, el influjo de Salvador Dalí es evidente en la manipulación de la perspectiva y las ilusiones ópticas presentes en el juego. Dalí era conocido por su habilidad para representar objetos de manera distorsionada y surrealista, desafiando la percepción tradicional. En Superliminal, la capacidad de los objetos para cambiar de tamaño en función de nuestra perspectiva refleja la misma disposición surrealista que caracteriza la obra de Dalí.
Aparte de estos dos artistas, el juego también se nutre de la rica tradición surrealista en general. La paleta de colores eléctricos y la combinación de elementos aparentemente inconexos que generan un ambiente onírico recuerdan a la estética surrealista en su conjunto. La obra de Max Ernst, René Magritte y otros surrealistas también puede ser evocada al observar las yuxtaposiciones singulares presentes en la dirección de arte de Superliminal.
A medida que avanzamos en la trama, nos encontramos con narrativas que exploran temas más profundos, como la realidad subjetiva y la percepción de la verdad, que se ven representados en la complejidad escénica de los escenarios. Estos elementos añaden una capa adicional de complejidad al juego, llevándonos a reflexionar sobre la naturaleza de la realidad y la interpretación personal de los sueños, como defendía la vanguardia surrealista en el siglo XX.
De hecho, la relación entre el surrealismo en la pintura y su influencia en el desarrollo artístico de los videojuegos, específicamente en el caso de Superliminal, se puede explorar a través de la lente de teóricos y críticos del arte que han abordado la intersección entre el surrealismo y otros medios visuales. Como especialista en cultura visual, es un tema que siempre me ha interesado mucho.
Uno de los teóricos clave para entender esta conexión es André Breton, el fundador del movimiento surrealista. En su obra Manifiesto del surrealismo (André Breton, 1924), Breton explora la importancia de liberar la mente de las restricciones lógicas y racionales, abriendo así la puerta a lo surreal, lo onírico y lo irracional.
La idea de desafiar la realidad convencional y explorar el inconsciente se refleja en la naturaleza del juego Superliminal. La manipulación de la perspectiva y la creación de entornos ilusorios en el juego pueden considerarse manifestaciones de la liberación surrealista de las ataduras de la realidad cotidiana, como también hubiera defendido el psicoanalista Sigmund Freud (Moravia 1856, Londres 1939).
Otro teórico relevante es Gaston Bachelard (Bar-Sur-Aube 1884 – París 1962), quien, en su obra La Poética del Espacio (Bachelard, 1957), explora la relación entre la imaginación y el espacio. Bachelard argumenta que la poesía y el arte deben abrir nuevos espacios mentales, y esta idea resuena en el diseño de niveles y la narrativa del juego. Los espacios surrealistas en Superliminal actúan como lugares donde la lógica convencional se desvanece, dando paso a la imaginación y la percepción subjetiva.
Al abordar la conexión entre el surrealismo y los videojuegos, es esencial mencionar a Scott McCloud, teórico del cómic, cuyas ideas en Understanding Comics (Scott McCloud, 1993) pueden extrapolarse a otros medios visuales interactivos. McCloud explora cómo la combinación de imágenes y la participación del espectador/usuario pueden generar experiencias diferenciadas. En Superliminal, la participación del jugador en la creación de su propia realidad a través de la manipulación de la perspectiva refleja las ideas de McCloud sobre la interactividad y la narrativa visual.
Es brillante cómo el juego se vale del arte para recombinar sus espacios de juego. Además, la música desempeña un papel fundamental en la experiencia de Superliminal. La banda sonora, compuesta por Matt Christensen, complementa hábilmente la atmósfera del juego, sumergiéndonos en un estado mental reflexivo mientras navegamos por los desafíos metafísicos presentados. A modo de música de ascensor, funciona como un elemento laxativo y, a la vez, como un estímulo, a veces, asfixiante.
Superliminal es, finalmente, una obra maestra gracias a su dirección de arte. Captura magistralmente la esencia surrealista y, con ecos de Chirico y Dalí, el juego desafía la percepción del jugador, sumergiéndonos en un mundo donde la realidad es maleable y las ilusiones visuales se entrelazan. Esta experiencia estética única convierte a Superliminal en ejemplo brillante de cómo la creatividad puede llevarse hasta la interactividad del medio de los videojuegos. Porque la vida es sueño y los sueños, sueños son. Las puertas de la percepción se han abierto.
Almudena Anés (Linkedin) es una narradora española especializada en arte, videojuegos e identidad. Trabaja desde la escritura para indagar la fragmentación y el simulacro.