Un par de apuntes de las sensaciones cosechadas durante las horas que llevo jugadas a ese robavidas que es Skyrim:
– Gráficamente está muy trabajado, mucho más que sus predecesores Morrowind y Oblivion y mucho más de lo que esperaba de un juego de sus dimensiones. Encima cabe en un único DVD.
– Vagar por el mapa sin preocuparse lo más mínimo por la Historia Principal, entrar en una fortaleza que has encontrado de casualidad y tirarte un buen rato descubriendo sus secretos es de las experiencias más inmersivas que he experimentado nunca en un videojuego.
– Es gigantesco. GIGANTESCO. Aún así, me he llevado la desagradable sorpresa de ir caminando tan tranquilo por un camino señalizado y, de repente, me ha aparecido un mensaje en la esquina superior izquierda comunicándome de que «No puedes continuar por aquí». Y realmente no se podía, parecía como si hubiera una pared invisible.
– La IA sigue siendo uno de los puntos pendientes. Robar una manzana o matar una gallina te convierte en el «Enemigo Número Uno» de todo un pueblo y no pararán hasta matarte. No tiene sentido. Otra cosa que me ha pasado es cargarme a un jinete sin rozar al caballo y el animal se ha liado a darme coces y a perseguirme por todos lados como si fuera un psicópata, muy extraño.