«Zapatero a tus zapatos» es un dicho popular que aconseja el limitarse a hacer a lo que uno haga mejor, o al menos a la profesión a la que uno se dedique. Esta máxima me parece un gran tema de discusión cuando se extrapola a los Creadores de Videojuegos. O Directores de Cine.
Guy Ritchie, Rey Arturo y el perro de Brad Pitt
Hay creadores que, como Guy Ritchie, solo saben hacer la misma puta peli, con perdón, una y otra vez, únicamente cambiando la ambientación, el guión y, a veces, a los actores y actrices. No es algo malo per se, teniendo en cuenta la gran cantidad de directores que hay: quien no quiera ver una cinta de Ritchie tiene muchas otras opciones, no necesariamente mejores.
Lo maravilloso del caso es que las películas de Ritchie, aún cuando su formato es el mismo, funcionan, ya estén retratando al Londres actual, al universo de un Sherlock Holmes de armas tomar o al reino de Camelot, como en su próxima cinta. Quizá me estoy precipitando porque de Rey Arturo de momento solo está el tráiler que se acaba de estrenar en la San Diego Comic Con (gracias, Aullidos), pero a menos de que el montador del spot sea un ser maquiavélico, el Rey Arturo es Snatch: Cerdos y Diamantes situado en la Edad Media. Y, repito, esto no tiene por qué ser algo malo. Más bien al contrario.
El dios Kojima
Hay autores a los que no se les cuestiona nada. UnEl ejemplo es Hideo Kojima, cuya obra Metal Gear se venera de forma generalizada y las escasas voces críticas son despreciadas por el grueso de la comunidad de jugadores. Kojima ha creado títulos como Snatcher o Zone of the Enders, pero posteriormente lo dejó todo para madurar durante muchos años una única IP, moldeándola a su antojo, desafiando a la fanbase a entender -o fingir entender- la pretenciosa visión que se esconde detrás de cada iteración de la saga.
No entrar en esa dinámica, no llegar a apreciar la presumida genialidad de Hideo, ha llegado a entenderse como un fracaso del jugador y no del creador, tal es la mística que envuelve a Hideo. Hemos llegado a un punto en el que hasta la presentación del logo de Kojima Productions es todo un acontecimiento en el mundo de los videojuegos, un punto en el que no nos extrañan cosas como que el protagonista de la secuencia de presentación sea el propio Kojima. Así está el patio.
Autores y zonas de confort
A diferencia de Guy Ritchie, Kojima ha evolucionado su fórmula, su formato, pero se ha centrado en la misma IP, creando así una zona de confort en la que se siente a gusto para crear. Ritchie, por su parte, ha aplicado la misma fórmula en diferentes formatos, no llegando a abandonar nunca un estilo frenético, acelerado y muy impactante a nivel visual, muy característico de los anuncios de TV, donde empezó su carrera. Hidetaka Miyazaki, el director de Bloodborne y de los Dark Souls (excepto del segundo), presenta un perfil mezcla de Ritchie y de Kojima. Por una parte, como Guy, se ha centrado en una fórmula – refinada con nuevos matices en cada entrega -, utilizándola en dos IPs separadas que se podrían considerar perféctamente hermanas de sangre.
Otros creadores como Jonathan Blow (Braid, The Witness) o, en una dimensión diferente, Shigeru Miyamoto (Super Mario Bros., Donkey Kong, Zelda), han conseguido crear juegos radicalmente diferentes entre ellos y alcanzar un nivel magistral en ellos. Es por ello que soy de la opinión que la etiqueta de «Genio creativo» debería centrarse en catalogar únicamente a autores como Shigeru o Jonathan, capaces de sobresalir en diferentes géneros e IPs.
No solo tiene que brillar la genialidad
En cualquier caso no deberían despreciarse los logros de los autores previamente mencionados (Ritchie, Kojima, Miyazaki) ni los que, como ellos, han alcanzado el éxito sacando partido a la zona de confort. Sus creaciones deberían considerarse como la eterna búsqueda de la perfección de una fórmula que se ha legitimado con una gran acogida de la crítica y un relativo éxito comercial.