Una Expomanga que quiere seguir batiendo sensaciones

Este domingo se cerraría la Expomanga más animado de los últimos años llegando a un aforo de ¡46.213 visitantes! y que al cierre del pabellón de cristal solo dejó una inmensa cantidad de gente con ganas de repetir el año que viene, ¿En un lugar más grande?

Pero esta Expomanga no se quedó en la casa de campo, no se quedó en el recinto y sus alrededores llenos de gente esperando a entrar, con unas inmensas colas tanto para comprar entrada como para entrar que te llevaban hasta el punto de perder la vista en el horizonte, pero no, no solo se quedaba ahí.

Desde que puse el primer pie en Madrid (un viernes 8 a medio día) ya se podía ver por las calles el metro o en los establecimientos gente hablando sobre el evento o qué ponerse, gente que portaba su merchandising ‘freak’ e incluso gente que portaba con orgullo y un par de… su cosplay aún con unos termómetros que superaban los 30 grados, pero con el único fin llegar a la Expomanga y mimetizarse con un ambiente que no dejaba indiferente a ninguna persona que se acercaba.

Tras dos días de ajetreos y quehaceres por la capital, me dispongo a disfrutar de mi primera Expomanga madrileña, con las ganas de un niño chico, y con la cámara en mano, ya desde la primera parada de metro pude sentirme como si estuviera en el evento, la gente reventaba el metro con dirección la parada de Lago. Cosplayers, otakus y público en general hacían del viaje un trayecto único, y sin parar de meter el hype en el cuerpo hablando de lo que habían hecho los días pasados.

Llegamos al Pabellón de Cristal, y la horda de gente del metro bajamos con las ganas de entrar y disfrutar de lo que quedaba de evento, cuando de repente, una cola que parecía interminable y un justiciero sol hacía de la espera un espejismo de lo que podría ser nuestros últimos días.

Pero la organización así no lo quería, haciendo que »esa cola» avanzara de manera ordenada y con paso ligero, haciendo que la puerta y la arena de Softcombat pronto la pudiéramos visualizar, aquellos que una vez fuimos los últimos.

Una vez dentro desde un primer momento se vislumbraba la buena organización del evento, con dos plantas a su disposición, una primera centrada de forma mayoritaria a los videojuegos con Bandai Namco y una Nintendo que se coronó gracias a su despliegue de consola, concursos y numerosos expositores, acompañando a su vez de la zona para los juegos de rol y los puestos de información.

Mientras tanto, la planta de abajo se encontraría posiblemente una de las partes que más gente congregó pero que a veces empaña un poco estos eventos convirtiéndolos en una tienda portátil, lleno en una gran parte por los stands de venta de merchandising quienes no se encontraron solos ante el peligro, si no que estuvieron acompañados por un gran escenario que no permitió a la gente separar sus ojos ni un segundo, aunque competía con una zona en cuarentena con «zombies» y un campo de guerra a flechazos, algo de lo más innovador del evento y que más gusto a la gente.

Pero si algo o mejor dicho alguien fueron los grandes protagonistas del evento, son todas esas personas que de forma amateur o profesional se pasan meses y meses trabajando para hacer de unos simples materiales, que algunos como yo no sabríamos que hacer con ellas, verdaderas obras de arte y crear un ambiente mágico, haciendo que nuestros héroes de mangas, series o películas se conviertan en personas de carne y hueso, juntando mundos totalmente diferentes o convirtiendo a los malos en las personas más queridas del evento. Por ello en muchos casos ellos son los verdaderos reyes de estos eventos.

¿Quién dijo que Maléfica no podía ser buena?

Con esto solo puedo pedir que la petición que de ampliación de aforo para la Expomanga llegue a buen puerto y así poder repetir el año que viene con un escenario que permita batir los récords de este año.