La industria del videojuego, precisamente por ese calificativo de industria, está plagada de productos de todos los colores y tamaños que se cuentan por millones, es por eso que a menudo muchos de esos productos pasan muy desapercibidos para el gran público, bien por falta de calidad, mala suerte o simplemente mala publicidad, sea como sea, Foul Play es sin duda uno de los buenos en la sombra.
Foul Play no es precisamente un juego independiente si tenemos en cuenta la distribución del título por parte de la mítica Mastertronic y esos jefes llamados Devolver Digital que han hecho posible la distribución de joyas como Hotline Miami, Limbo en PC y su reciente contrato con Deconstructeam.
Los artífices de esta obra que ahora nos ocupa son el equipo que trabaja en el estudio británico Mediatonic, un equipo de chicos que empezaron animando a Miyamoto en Newgrounds y que ahora a base de crecer y con muchos juegos para móviles a sus espaldas, parecen estar ante el proyecto más grande y loco de su historia, no en vano sale a la venta en el Xbox Live Arcade y Steam.
Cuando intentas entrar en un género como el de los Beat ‘Em Up que esta generación ha dado grandes joyas como Castle Crashers tienes que hacer un sobreesfuerzo para dotar tu proyecto de personalidad propia y unos cuantos elementos diferenciantes que lo conviertan en algo atractivo para el público. Y cuando vienes de hacer juegos de móviles durante toda tu carrera y quieres dar el salto a consolas y PC, ya ni os cuento.
Pero esto no es algo que se les haya escapado a los chicos de Mediatonic y nada más empezar te encuentras con una ambientación no muy típica, eres un actor y todo el juego pasa sobre un escenario y delante de un público. Concretamente encarnamos a un actor que a su vez hace el papel del barón Dashforth, un habitante de la Londres de 1830 que decidió dedicar su vida a la demonología tras contemplar la perdida de su amada esposa a manos de uno de estos engendros del averno. Junto a el combate su fiel ayudante, un deshollinador llamado Scampick Steerpike que domina su escoba cual valiente caballero su espada curtida en mil batallas.
La condición de actores de nuestros protagonistas y la presencia de un escenario no se quedan solo en el plano ambiental, también afectan de forma directa y concisa a la jugabilidad del título, para empezar en Foul Play no hay barra de vida y por tanto, no se puede morir, esto tiene la más sencilla de las explicaciones, es todo teatro, los golpes no son reales, por lo que morir sería contraproducente. Además, como podéis comprobar en las capturas que acompañas al texto, Foul Play es pura animación 2D y el humor esta contigo a cada paso que das, desde los diálogos (totalmente traducidos al castellano, que no doblado) hasta las continuas bromas que suceden sobre el escenario, nos aseguran alguna que otra risa a lo largo de toda la función.
Claro, esa es la explicación para el mundo lógico, el mundo real, esto es un videojuego y si no hay muerte no hay espectáculo, pues no señores, la meta primera y única de Mediatonic es que el jugador se centre en el reto y en el espectáculo, es por ello que aquí es tan importante no recibir impactos como en cualquier juego con sistema de vida. Sobre nosotros siempre habrá un medidor que contabiliza el espectáculo que estamos dando en función a los combos que encadenamos, conseguir la puntuación máxima en todos los niveles será la meta de cualquiera que quiera aprovechar el reto que Foul Play ofrece para ello deberemos obtener cinco estrellas de puntuación en cada nivel, un estilo de puntuación visto en miles de juegos móviles.
Posiblemente condicionado por sus antiguos trabajos, Mediatonic parece haber concebido Foul Play con una estructura similar a los juegos de móviles, la campaña está dividida en cinco obras divididos en cinco actos (salvo el último que solo cuenta con dos). La duración no suele sobrepasar los 10 minutos por lo que es el título perfecto para partidas esporádicas de corta duración, lo cual no está reñido con encadenar varias horas de juego, pero evidentemente os durará bastante menos acabarlo de primeras, no tengo costumbre de contabilizar las hora que dedico a terminar los juegos, pero me atrevería a decir que supera las 5 horas de duración siendo diestros con el pad y yendo a completar el 100% de los desafíos.
En cuanto al combate, cumple con todo lo que debería tener un Beat ‘Em Up pero es mucho menos profundo que, por ejemplo, el anteriormente citado Castle Crashers, pues aquí nuestro alopecico protagonista siempre portara la misma arma, su fiel bastón, mientras que el jugador que lleve a Scampick (porque sí, tiene multijugador tanto local como online, que no he tenido oportunidad de probar) llevará su escoba de deshollinar.
Por suerte si que hay habilidades que se irán desbloqueando al terminar cada acta como nuevos combos y nuevos contraataques, porque sí, Foul Play tiene un sistema de contraataques que, salvando las distancias, recuerdo a los Batman de Rocksteady, una pequeña advertencia sobre la cabeza de los enemigos nos avisa de que van a atacar y será el momento de contraatacar con un Martinete, un Suplex o una serie de garrotazos bien dados. También se nos otorgarán unos amuletos al completar los 3 desafios que hay a lo largo de cada acto, que pueden ir desde hacer uno combo de 175 golpes hasta completar tres escenas sin recibir daño; dichos amuletos nos otorgan beneficios como hacer más daño, contar un bloqueo como tres golpes dados para el medidor de combos, entre otros muchos.
Es posible que Foul Play sea una propuesta si interés para los veteranos del Beat ‘Em Up, que no les llame la atención una aventura en la que no puedes perder la vida, pero ciertamente este «focus» hacia el desafió puro que han planteado desde el equipo de Mediatonic me parece una de las propuestas más interesantes del año dentro de lo arcade. Si eres de los que buscan en los juegos, acabar su campaña, disfrutarla y olvidarte de ellos, Foul Play no es para ti, si por contra te satisface completar las aventuras al 100% y pasar muchas horas repartiendo tollinas con un bastón y una chistera, estás tardando en hacerte con él. [75]