Análisis Fist of Jesus: un mesías de serie B

Ha llegado el día. El mesías ha resucitado y viene a dar estopa a cualquiera que se cruce en su sacrosanto camino. Fist of Jesus, beat’em up hijo del homónimo cortometraje, podría ser el inicio de algo grande: el nacimiento de la serie B en el mundo de los videojuegos.

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Ese género tan conmovedor, que hace que una tarde aburrida sea un despropósito lleno de risas y palomitas grasientas. Como ya habrás podido intuir, no, Fist of Jesus no es un GOTY, ni siquiera un juego medianamente pulido. Si has sido el sufrido espectador de películas como El ataque de los tomates asesinos, Troll 2, El vengador tóxico o Jesucristo cazavampiros (todas recomendadas encarecidamente por un servidor) puedes hacerte una idea de lo que voy a despotricar en los siguientes párrafos. El sentimiento es bastante similar. Aun así y todo, intentaré ser justo y honesto, como me enseñaron en catequesis; terapéutico con mis objeciones y puntualizaciones. Dicho esto, confesado quedo y libre de pecado. Puedo lanzar piedras a diestro y siniestro.

El todopoderoso y ubicuo Pewdiepie controlando al mesías.

Abrimos Steam. Inicio del juego. Primera pregunta que se me pasa por la cabeza: ¿por qué lanzar un juego para PC en formato móvil? Una pregunta sencilla, obvia incluso, aunque parece que no tanto para el equipo de Mutant Games. Lo primero que nos encontramos tras la pantalla inicial es un mapa al más puro estilo Candy Crush Saga, Cut The Rope o *introduzca cualquier juego de smartphone o iPad aquí*. Navegamos por él manteniendo pulsado el botón izquierdo de nuestro ratón y arrastrando. Ya, muy propio para un juego de PC. Y tres cuartos de lo mismo si quieres jugar con cualquier periférico: pulsa y arrastra. Pero no sólo eso: los bonus diarios, el sistema de puntuación por estrellas, las compra de armas con dinero del juego, el diseño de la interfaz… Todo, todo apunta a estar jugando en un smartphone, pero Fist Of Jesus SÓLO está disponible para PC. ¿Confundido? Yo también. Sobre todo cuando descubres que aunque se han molestado en crear este diseño de «juega todo lo que puedas, consigue dinero y compra cosas o paga dinero real si ves que eso» no hay ninguna posibilidad de gastar ni un euro para obtener esa experiencia extra o algún empujoncillo para matar a ese boss tan jodido.

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Vale, no prejuzguemos. Errar es humano, perdonar, divino, que dicen por ahí. Vayamos al intríngulis del juego: machaquemos zombis con el dúo dinámico de Cristo y Judas. ¿Cómo? No sé, prueba los controles y tal. Si algunos juegos se exceden con sus extensos tutoriales Fist of Jesus peca de todo lo contrario: apenas te instruyen. Machaca botones y pa’lante, que de eso van los beat’em ups.

Después de un primer tutorial -y algunos más que irán apareciendo con la adquisición de nuevos poderes y armas- estamos solos ante las hordas de zombis que se nos presentan. Sabemos machacar un botón, repartir hostias, dicho en castellano antiguo, cosa que nos sirve y sobra en los primeros niveles pero ¿y luego?. Luego nos sentiremos perdidos y confusos, la curva de dificultad asciende vertiginosamente en algunos niveles, mientras que en otros sólo esperas bostezando a que se termine de una vez. Y es en esos momentos de dificultad exacerbada, cuando te da por pulsar cualquier botón ante tu inminente muerte, cual simio en celo y con subidón de éxtasis, cuando descubres que, por ejemplo, podías cambiar entre Judas y Jesucristo en cualquier momento, desde el principio. También puede que descubras que si mantienes pulsado el botón derecho mientras repartes amor hacia la derecha, puedes realizar un último golpe, al final de cada combo, más poderoso que los anteriores. Como ya he comentado, serás un sufrido espectador con Fist of Jesus. Zombis, confusión y sangre: serie B pura y dura.

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¿Pero y después de todo eso, te puedes llegar a divertir? Sí, claro. Casi lo mismo que te podrías divertir viendo Los tomates asesinos se comen Francia; casi. Ni siquiera el mesías puede enfrentarse al fantomate de la ópera, por favor. Y es que lo que se espera de un beat’em up es que puedas repartir mamporros a diestro y siniestro y sentirte poderoso por ello, aunque estés ejecutando una sencilla secuencia tal que A + B + A + ARRIBA. También, con tal de mantener fresco el juego y que no parezca lo mismo una y otra vez, esperas variedad, nuevos enemigos, escenarios y retos que superar. Fist of Jesus entiende esto a partes desiguales.

Si bien con su estilo kawaii~ desu, sus fluidas animaciones y simpáticas referencias judeocristianas nos pueden mantener enganchados al principio, con el tiempo dejaremos de estar tan entusiasmados. De nuevo, serie B. Cuando escuchas a tus amigo de turno decir «Ey ey ey, tíos, vamos a ver esa peli de vampiros nazis, que nos vamos a reír seguro» la idea parece LA IDEA, en mayúsculas, de ese día. En cambio, tras unos minutos descubres que sí, ver vampiros nazis mola, aguantarlos durante hora y media, no tanto (la gran mayoría de las veces). Con Fist of Jesus ocurre exactamente lo mismo: las primeras horas pueden entretenerte, envueltas en ese aparente pseudo-humor irreverente que se burla de todo y todos entre sangre, efectos especiales, reliquias y extras. Cuando tienes que echarle unas doce horas para pasártelo, no.

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Los diálogos tienen sus puntos, pero son repetitivos, da la sensación de que no se explotan lo suficiente y muchas veces sólo son un intermedio innecesario entre niveles tal que «¡Oh sí!, he descubierto que si pulsas A + X al mismo tiempo haces tal cosa, Judas», «Estupendo Jesús *expresión kawaii~* ahora podré servir al señor apropiadamente».

Los escenarios podrían dar más de sí con el simple hecho de que pudieses avanzar en ellos horizontalmente, al puro estilo de los clásicos como D&D: Shadow over Mystara, Final Fight, Streets of Rage o Double Dragon. Pero en cambio sólo tendremos la sensación de estar encerrados en un cubículo repartiendo mamporros a hordas y hordas de zombis, porque lo estaremos. Y hablando de Double Dragon, por si te lo has preguntado, en Fist of Jesus el redentor no puede repartir amor acompañado. Ni cooperativos ni nada que se le parezca. Al igual que en La Biblia, Jesús (o Judas) se las tendrá que ver y desear él solito. Algo que resta muchos enteros al juego. Porque, al fin y al cabo, ¿qué es una peli de serie B si no la puedes disfrutar con tus amigos, comiendo cual cerdos, tirados en el sofá?

Los enemigos añaden algo de alegría y jolgorio al juego, lo aúpan para conseguir algo de diversión extra: romanos, centuriones, colosos, cowboys o leprosos explosivos, todos en su versión no muerta, por supuesto. Añadiendo dificultad e irreverencia a ese mundo absurdo de Fist of Jesus. Junto a los jefes finales de cada fase consiguen asentar una especie de recorrido durante el juego, crear la sensación de evolución y superación en el jugador, gracias al sistema de experiencia acumulativa y habilidades desbloqueables. Luego pasas del 60% del juego (aproximadamente) y empieza a asomar el despropósito de proporciones bíblicas que es el juego del mesías.

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Doce horas. Es el tiempo que tardó un servidor en pasarse el juego. Un dato: a las seis horas ya llevaba completado un 70% del juego. ¿Cómo es posible que tardase otras seis en completar el 30%? Buena pregunta.

Imagina que estás a un mes de sacar Fist of Jesus, pero te faltan por rellenar unas seis o siete horas más de juego, ¿qué haces? Claro, las suples extendiendo el mapa con los mismos jefes y enemigos, pero con una dificultad enfermiza y abruptamente impuesta. Así, para que tengas que pasar horas de farmeo, ganar experiencia, aumentar tus atributos y esperar que esta vez ese maldito pulpo gigante muera antes de que se te acabe el tiempo. Esa es la impresión final que se te queda. Amarga, confusa y llena de zombis. El Dark Souls de los beat’em ups, pero mal hecho, sin gracia ni aprendizaje ni una exquisita danza entre frustración-realización personal. Otra vez, serie B. Es necesario usar el término para definir a Fist of Jesus. Esta vez por el poco presupuesto o falta de amor hacia el producto y el espectador.

Y es una pena, porque con unos cuantos añadidos como el modo cooperativo que mencionaba y supliendo esos flecos frutos de un desarrollo apresurado (o esa impresión da), Fist of Jesus podría haber sido algo interesante a lo que echar mano en tus horas muertas. Algo merecedor del cortometraje homónimo.

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He prometido ser terapéutico y espero que lo haya conseguido. Yo tuve que serlo conmigo mismo después de pasar dos horas contra el mismo jefe final, a punto de conjurar a Satán, Belcebú y Constantine para que me salvasen del infierno judeocristiano que estaba sufriendo. Sobre todo cuando, después de todo este viaje con sus más y sus muchos menos, el único premio que recibe el jugador por la paciencia y tiempo invertidos, al final, es un cartel que reza «Gracias por jugar (perfecto para después del café)». Sólo puedo responder: De nada (perfecto para palomitas grasientas y una tarde de serie B). [50]

  1. Yoyá dejé mi opinión, como buen pisacharcos, sobre las posibles polémicas… está claro que huelga decir que es un jueguecitillo sin más. O ni eso.

    Y lo que creo, mi chola y yo, no haber dicho y por si acaso lo digo ahora: MUY bienvenido (a esta casa de locos, yo el primero), ElNefelibato. 😉

    Nivel. AKB RULES.
    (aunque sea pseudoprensa… je)

  2. PD: Nota mentanal (que se ha pasado… a secas): «Clavar en ÉSA entrada eterna de la peich de nuestro AMIGO Toño. 😉

    Es que disfruto de las chaladuras pro/anti religiosaSS, que nos regalan tanto energ… flipao. XDDD

  3. Pues sí, como he dejado plasmado en la nota, un jueguecillo que pasará sin pena, gloria ni nada, después de los primeros días de «OMG Yisus killing zombies ZOMG!».

    Gracias por la bienvenida, señor Panorámix/choroman 🙂

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