La pugna dentro de AKB por ver quién se proclama como GOTY 2014 continúa. Llega mi turno de defender mis votaciones, mi criterio. En mi caso el primer aspirante es Dark Souls 2. Si bien esto del «juego del año» no me convence ni atrae más de lo que podría ser cualquiera gala de los Óscar, siempre tiene su aquel tomar una postura y defender tus gustos.
Ante todo quiero dejar claro que este año no he tenido el placer de echarle el guante a varias de las obras que parecen sobresalir este 2014 y, por tanto, mi sesgo y rasero está sujeto a una falta de variedad y subjetividad (también) importante. Aun así, estamos aquí para dar nuestra humilde opinión, copón. Como diría Cloud: ¡Allé voy!
No creo que haga falta recordar las bondades y virtudes del primer Dark Souls, el primo hermano guaperas de Demon’s Souls, que mojó las bragas de cualquiera que tuvo las gónadas necesarias para hacerle frente; pero por si acaso, en un párrafo podemos decir que:
Su gusto por putear al jugador y a la vez dejarle una puerta abierta para mejorar, para aprender mediante la muerte, la repetición, la angustia y el sufrimiento, en ese Lordran sin conmiseración alguna, es la clave de una de las mejores curvas de dificultad que he visto en un videojuego. Es una maravilla en cuanto a diseño (aquí podéis haceros una idea de lo que quiero decir).
Y, cómo no, Dark Souls 2 tenía que, como mínimo, llevar a cuestas el éxito de su predecesor y no morir en el intento (al igual que Bayonetta 2). ¿Lo consiguió? En mi opinión, SÍ.
La secuela de From Software tiene bastante de continuista, sí, pero consigue transmitir de nuevo la sensación de estar ante un mundo con magnetismo, que presenta dudas, personajes y escenarios evocadores, que dejan más preguntas que respuestas. Y puede que no haya grandes encuentros como el de ese gran caballero, Solaire de Astora, en el primer Souls, o enigmáticos enemigos como Priscilla, pero te mantiene con el culo pegado al sofá, sillón o lo que sea. Sin mencionar, por supuesto, que esta vez el port a PC no fue el despropósito infumable que supuso el primer Dark Souls. Jugarlo en PC con teclado y ratón era comparable a tirarse de cabeza a una piscina llena de tiburones. Con rayos láser. Y pirañas caníbales.
Es maná caído del cielo, que hace la espera del deseado Bloodborne algo más llevadera. Y sí, os habréis dado cuenta: a mí una de las cosas más guarras que me pueden susurrar en la cama es praise the sun. Pocas cosas me excitan más que eso. Mi subjetividad brota por todos mis poros, compañeros: perdonadme.
Aunque, por otro lado, ya os había avisado. Es una opinión personal, parcial (muchísimo), pero que no deja de ser sincera tampoco. En mi corazón, la pareja Dark Souls I y II siempre serán los GOTY de mi vida, y sé que la de muchos más jugadores también. Después de todo, ¿a quién no le gusta encontrar un juego que, en vez de llevarte de la mano como si fueras imbécil, te da de hostias hasta que te despiertes? A mí, al menos, me encanta.