A comienzos de noviembre de 2025 Springfield aterrizó en Fortnite, configurando una versión especial del Battle Royale inspirada en la ciudad de Los Simpson.
Epic Games incluso incluyó nuevos cortos animados semanales de Los Simpson (disponibles en Fortnite y Disney+) y skins de personajes icónicos (Homer, Marge, Flanders, etc.) en el pase de batalla.
En esta experiencia transmedia los jugadores recorren una Springfield virtual, con 80 participantes por partida, plagada de rosquillas gigantes, armas temáticas y “clones enfurecidos”, bajo la mirada de Homer Simpson. Lejos de ser una simple campaña publicitaria, la colaboración fue diseñada para conectar emocionalmente con el público: como destaca el presidente de Epic Games, el evento capturó “el humor, el corazón y los momentos culturales que han definido a Los Simpson durante 35 años”.
El resultado fue un éxito arrollador: más de 53 millones de jugadores visitaron Springfield en las dos primeras semanas del evento. Con esta movida Fortnite no sólo actualiza su jugabilidad, sino que activa un potente cocktail de nostalgia y cultura de masas.

Mark Fisher (1968–2017), aka k-punk, fue un escritor inglés, crítico musical, teórico político y cultural, filósofo y profesor
Nostalgia y cultura de masas
La incorporación de Los Simpson a Fortnite es también un fenómeno de nostalgia cultural. En las últimas décadas el capitalismo tardío ha dado lugar a una saturación de referencias pasadas: nada parece ser enteramente nuevo. Mark Fisher lo resumió así: el siglo XXI “no parece poder ofrecer nada nuevo que suponga una ruptura, sino que amolda y rescata formas culturales ya manidas hasta el presente”.
Frederick Jameson habla de esta tendencia como “retromanía” y pastiche, rasgos del capitalismo tardío que empujan a repetir lo conocido en lugar de innovar. En palabras de Fisher (citando a Kraftwerk), la cultura nostálgica llegó a “subordinar la tecnología a la tarea de renovar lo viejo” disfrazando así “la desaparición del futuro como su opuesto”. En otras palabras, nuestra época recicla constantemente elementos del pasado (música, moda, iconos televisivos) en vez de crear algo verdaderamente novedoso.
En ese contexto, la llegada de Los Simpson a Fortnite actúa como un guiño a la añoranza de los fanáticos. Para muchos jugadores de 20 a 30 años, la estética de Springfield evoca su infancia y juventud; para otros, los guiños pop repiten con cariño lo “auténtico” de la serie original. Esta apuesta de Epic Games explota directamente esa necesidad colectiva de confort y evasión en tiempos inciertos.
Como resume una nota de prensa, el evento conjuntó “humor, jugabilidad, narrativa y nostalgia” en un nuevo contenido para todos los fans. En la cultura contemporánea, los grandes títulos del entretenimiento –desde videojuegos hasta series de TV– se usan a menudo para evadirse del mundo real. Sin embargo, esa evasión siempre viene empaquetada en un mensaje ideológico. Theodor Adorno avisó hace tiempo que la industria cultural “finge ser una evasión de la realidad”, pero que las gratificaciones que promete “coinciden con la infamia de la realidad”; en sus palabras, los medios populares prometen sueños que en el fondo “no contienen ningún sueño”. Esto significa que, aunque Fortnite x Simpson resulta placentero y nostálgico, sus contenidos circulan dentro de un sistema global de entretenimiento con fines comerciales y sin horizonte transformador.
Fortnite: lectores del público y evadirse jugando
Fortnite ha sabido interpretar los deseos de evasión de su público. El juego en sí mismo es un espacio virtual que brinda emociones intensas y escapismo, y la alianza con Los Simpson potenció esa oferta. Epic Games estudia a sus jugadores: adolescentes y jóvenes adultos que buscan diversión, comunidad y también un refugio lúdico ante la realidad.
El evento de Springfield diseñó un puente intergeneracional: los jóvenes encontraban en los easter eggs de Fortnite (memes ocultos, guiños modernos) un juego fresco, mientras que los adultos revivían el mundo de su infancia. Como destaca un guionista de Los Simpson, “muchos de los memes que ven los jóvenes están hoy en Fortnite, e hicimos todo lo posible por integrarlos como easter eggs dentro del juego”. De este modo, Fortnite conecta con ambas audiencias: los primeros disfrutan de un shooter competitivo repleto de humor gamberro, y los segundos disfrutan de una juguetona travesía por la Springfield de antaño.
Además, Fortnite es consciente de la mecánica de sus usuarios: por un lado son espectadores, por otro, actores en un mundo simulado. El propio Jeff Westbrook (escritor de la serie) señala que Los Simpson siempre fue una serie llena de chistes de fondo (“si es posible, hay cinco chistes en cada escena”), por lo que trasladar ese ADN humorístico a Fortnite resultó natural.
El entorno del juego se convierte en una versión hiperreal y lúdica de la serie: un simulacro donde conviven muñecos de Homer persiguiéndose y globos con lemas satíricos. Esta multiplicidad de capas cumple la función típica del escapismo masivo: distraer del presente con entretenimiento vistoso. No obstante, incluso en esta “evasión pop” hay una lectura implícita: quienes crecen con Los Simpson conocen la doble función del humor televisivo. La serie invita a evadirse en su absurdo colorido, pero al mismo tiempo mantiene esa mirada irónica hacia la sociedad estadounidense. Fortnite, como cualquier mediación masiva, funciona a la vez como distractor y como techo de una narrativa.
Los Simpson: evasión con crítica mordaz
Los Simpson son paradigmas de la cultura pop que conjugan escapismo y sarcasmo social. Aunque muchos los consumen como simple entretenimiento, la serie siempre fue un espacio de crítica velada. En sus mejores años Los Simpson representaron una respuesta transgresora a la cultura dominante. Como remarca un crítico, “en su mejor momento, Los Simpson fueron prácticamente contracultura”, al punto que figuras como George H. W. Bush los señalaban por su irreverencia.
La trama de Springfield desbordaba irreverencia hacia la autoridad y las instituciones: “satirizaba cada una de las feas verrugas de la sociedad estadounidense” (desde la política local hasta la cultura del consumo). Es decir, Los Simpson ofrecían lo que Mark Fisher llamaría una “melancolía radical”: un humor ácido que recordaba fantasmas de un pasado crítico. La evasión que generan proviene de esa mezcla de cercanía (familia parecida a la de cualquiera) y distanciamiento (visión irónica del mundo real).
Para el jugador/espectador, acceder a Springfield en Fortnite es encontrarse con ese universo crítico revestido de colores brillantes. Se busca la sonrisa fácil de Homer torpe o Bart travieso, pero también emerge sin querer la consciencia de que tras cada risa hay una parodia de algo real. En suma, la colaboración ofrece precisamente eso: un “viaje emocional” a través de la nostalgia que permite tanto entretenerse como reflexionar en los márgenes.
No es casual que, según sus propios creadores, Los Simpson operen como “el trasfondo de tu vida, el viaje emocional de tu vida: es la serie”. Esa dimensión afectiva explica que muchos jugadores dejen por un rato sus problemas reales para internarse en la Springfield de Fortnite, sabiendo que en cada arcoíris de confeti hay una punzada de crítica social.
Perspectivas críticas: Fisher y la desaparición del futuro
El choque entre Fortnite y Los Simpson encaja en la crítica cultural de pensadores contemporáneos. Mark Fisher advierte que la cultura mediada de hoy está atrapada en la nostalgia del futuro: imaginamos un futuro diferente, pero vivimos repitiendo un pasado truncado. En sus palabras: “nos encontramos perseguidos por ese futuro que esperábamos en su momento y que fue terminado en los 80 por los valores del neoliberalismo”.
En el caso de Fortnite x Simpson, la nostalgia consiste en rehacer el pasado (la Springfield clásica) sabiendo que esa sociedad de crítica mordaz ya no existe, y al hacerlo se evidencia la ausencia de nuevos horizontes culturales. Fisher plantea que toda la música y el arte actuales “podrían describirse como nostálgicos”, preguntándose retóricamente “¿Dónde está el sentido del futuro ahora?”. Esto se aplica también al entretenimiento digital: la unión de dos iconos del siglo XX en una plataforma del XXI es un síntoma de que, más que avanzar, la cultura remienda el pasado.
Al mismo tiempo, la lectura de los creadores de Fortnite es la que Fisher llama “refusal”: la melancolía como no-renuncia. El autor británico distingue la depresión (ajuste pasivo al presente) de la melancolía, entendida como “aferrarse a un objeto que oficialmente debería estar perdido”.
En este caso, la colaboración con Los Simpson puede verse como un acto de melancolía cultural: el deseo colectivo de agarrarse a algo de esa época dorada de la serie. Epic Games “lee” esa necesidad: convierte la añoranza sentimental en un producto de consumo. Así, la experiencia Fortnite-Springfield permite a los jugadores seguir disfrutando de los “objetos perdidos” de su niñez en forma de skins, desafíos e historias, manteniendo viva una llama nostalgica aunque ya no sea parte del presente real.
Conclusión: evasión y crítica en tiempos pop
La llegada de Los Simpson a Fortnite ejemplifica las dinámicas de la cultura de masas contemporánea. Se trata de una mezcla de mercado y anhelo colectivo: por un lado, la estrategia empresarial de reciclar franquicias populares; por otro, la aspiración popular de escapar hacia espacios imaginarios. A través de esta colaboración, Fortnite demuestra entender a su audiencia y sus ansias de evasión, ofreciéndoles un pasaje a un mundo conocido pero reinventado.
Sin embargo, como advierten pensadores como Adorno o Fisher, esa evasión siempre está mediatizada. Es fácil dejarse llevar por el colorido de Springfield animado, pero tras la sonrisa subyace un retrato irónico de la realidad. En palabras de Adorno, la industria cultural “se convierte en negocio” y “la diversión embrutecedora… nos distrae de los problemas cruciales de nuestro mundo” (dialektika.org). De modo similar, Mark Fisher se preguntaría qué futuros hemos sacrificado para revivir mitos pasados en el presente. El evento Fortnite × Simpsons ofrece diversión nostálgica, sí, pero también sirve como espejo: al evadirnos jugando, tal vez encontramos el reflejo de una cultura que repite sus fantasmas en lugar de inventar otros nuevos.
Fuentes:
- Información oficial de Epic Games sobre el evento Simpson-Fortnite
- Análisis de prensa especializada
- Reflexiones de Mark Fisher sobre nostalgia y “futuros perdidos”
- Críticas culturales (Adorno, Jameson) en estudios recientes
Almudena Anés (Linkedin) es una narradora española especializada en arte, videojuegos e identidad. Trabaja desde la escritura para indagar la fragmentación y el simulacro.




Qué maravilla, Almudena, menudo regalo poder leer esto. GRACIAS.