Horror Tales: The Wine, la fiebre del vino

Tras Infernium y Koral, Carlos Coronado estrena su propia antología de historias cortas de terror con Horror Tales: The Wine, un juego que utiliza el contexto de una pandemia que causa la llamada fiebre del diablo para ponernos en la piel de un hombre que busca la única botella de vino que, se dice, puede curar la enfermedad para salvar a sus seres queridos.

En busca de la botella perdida

La premisa de Horror Tales: The Wine es bastante sencilla y adaptada a los tiempos que corren. La fiebre del diablo es una rara enfermedad que se ha originado en los viñedos de los Banydebosc y que ha infectado a la propia familia y a los trabajadores de sus viñedos. Este suceso lleva a cerrar y poner en cuarentena la isla. Es ahí donde empezamos nuestra aventura, llegando a la isla de los Banydebosc en busca de la botella de vino que actúe de remedio de la enfermedad y descubriendo que la misteriosa enfermedad ha dejado prácticamente desierta la isla. Y en este prácticamente reside la clave del juego, ya que habrá alguien que estará buscando impedir que nos hagamos con dicha botella.

El último juego de Carlos Coronado no busca, al igual que muchos otros juegos del género, una gran variedad de mecánicas que permitan al jugador hacer de todo, sino que apuesta por el “menos es más” para crear una atmósfera de suspense y terror que nos permita sumergirnos en la trama y centrar nuestros esfuerzos en encontrar la botella de vino de los Banydebosc. No obstante, a lo largo de la aventura podremos ir descubriendo qué es lo que pasó y lo que llevó a la proliferación de la enfermedad en los viñedos de la adinerada familia y los secretos que esconde la isla en la que nos adentramos.

Un componente mediterráneo

Una de las cosas que más me ha llamado la atención de este Horror Tales: The Wine es su inspiración mediterránea. El pueblo en el que nos adentramos bien podría ser una estampa de cualquier localidad de la costa del mar que baña la parte más oriental de nuestro país, así como del Sur de Europa. Los colores claros y la arquitectura típica de países como España, Italia o Grecia pueden apreciarse en la isla de los Banydebosc, creando un espacio que no se ha explorado muchas veces en los videojuegos y, en el caso de que, como yo, seas español y hayas visitado la costa mediterránea, aportándonos una sensación de familiaridad con los entornos muy pocas veces representada tan fielmente.

Por supuesto, está también el tema del vino, otro elemento inherente a la cultura del Sur del viejo continente, que se convierte en la pieza fundamental alrededor de la cual gira esta historia que, si bien corta, presenta unas bases firmes en sus cimientos, así como en su puesta en escena. Esta inspiración mediterránea no se hace notar únicamente en los exteriores, ya que los interiores nos recordarán también a las clásicas villas a las que Horror Tales: The Wine pretende homenajear en este aterrador paseo por un pueblo fuertemente golpeado por una pandemia que no sólo esconde un componente médico, sino también uno social, algo que, como ya he comentado previamente, queda reflejado en las diversas notas que vamos encontrando pegadas en las paredes de las calles y casas.

Muchas más luces que sombras

Cabe decir que el apartado jugable no sería lo mismo sin esa buena localización que nos acompaña durante las dos o tres horas que puede durarnos el título. Carlos Coronado ha sabido alternar con mucho acierto esas zonas más abiertas en las que podremos respirar tranquilamente con las zonas más cerradas que elevarán nuestra tensión en los momentos más críticos de la aventura. Quizá se abuse algo más de lo necesario de algún que otro jump scare y, llegado a cierto punto, puedas olértelo o convertir aquello que te generaba miedo (porque sí, he pegado más de un respingo y blasfemado por llevarme un buen susto) en algo molesto o con lo que, simplemente, puedes convivir hasta la siguiente zona de respiro.

No obstante, en los detalles se esconde el trasfondo de lo que Carlos Coronado quiere contarnos en Horror Tales: The Wine. Buscamos una botella de vino que se supone que pueda convertirse en el remedio para una enfermedad rara y agresiva, pero la construcción controlada de los niveles nos permitirá explorarlos y descubrir lo que se esconde tras la fiebre del diablo. Y es que, aparte de la inspiración mediterránea que tanto viste el título, el diseño de niveles brilla por ser capaz de guiar y permitir al mismo tiempo al jugador moverse a través de ellos y explorar cada rincón de la isla.

Por otro lado, es cierto que puede haber gente a la que Horror Tales: The Wine pueda saberle a poco al tratarse de un título corto que busca contar lo máximo posible con lo mínimo. Los puzles, por ejemplo, se sienten como la repetición de una fórmula que, si bien no es algo negativo en el juego en sí, sí que está ya muy explorada en la industria del videojuego y no supone un reto más allá del de buscar la asociación correcta de imágenes. La única complicación puede encontrarse en tener que lidiar con los elementos que generan la mayor tensión del título y de los que no hablaré para no caer en spoilers.

Conclusiones

En general, Horror Tales: The Wine es un título muy sólido que sienta las bases para la antología de terror que Carlos Coronado nos tiene preparada y que aún contará con dos juegos más tras este, los cuales serán Horror Tales: The Beggar y Horror Tales: The Astronaut, y que verán la luz más adelante a lo largo de este año. Como la mayoría de productos, tiene sus luces y sus sombras, pero las luces brillan lo suficiente para que estas sombras no nos dejen a ciegas y sólo puedo recomendarlo a todos los amantes del género, ya que encontrarán similitudes con títulos como SOMA o Amnesia, pero con un sabor más mediterráneo y un alcance más indie y pequeño para poder acabarlo en una tarde. [78]

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