Suscribo palabra por palabra la opinión de Ramón Méndez sobre Zelda Breath of the Wild: es un grandísimo juego, de lo mejor del 2017, pero un mal Zelda.
La prestigiosa franquicia de Nintendo dio un salto mortal en su última entrega, pero su revolución venía acompañada de un precio que muchos jugadores pagaron (pagamos) a regañadientes. En Breath of the Wild Nintendo no te lleva de la mano, el mundo es hostil, las armas se rompen, conseguir corazones extra cuesta una barbaridad…
En A Link to the Past y Ocarina of Time, mis Zelda de cabecera, esta sensación apenas existe, en mi opinión: se explora pero de forma limitada y controlada. Perderse es más bien complicado y a poco que des un par de vueltas darás con el siguiente peldaño de la historia. Pero Breath of the Wild reivindica su espíritu aventurero, tan comparado con el de la entrega inaugural de la saga, y sus misiones secundarias justifican, en su libro de estilo, el presentar un mundo tan gigantesco como inhóspito.
Nunca he muerto tanto en un Zelda ni nunca me ha parecido tan frustrante. Sinceramente, no me sabe a Nintendo. Ojo, sus virtudes sin innegables, y me parece un juego brutal, pero no es lo que espero encontrar en un Zelda.
Y ahí es donde entra Ōkami HD, el enésimo regreso del juego de Clover Studio, estrenado hace más de 10 años en el cada vez más lejano 2006. A pesar de no estar creado por La Gran N, Ōkami HD sabe muchísimo a Zelda. Su director, Hideki Kamiya, no se esconde al afirmar que con Ōkami HD buscaba crear algo que supiera a Zelda, y lo cierto es que lo consiguió con creces, superando en personalidad y atractivo a los Zelda que podrían considerarse menores en la serie, como Skyward Sword o el propio Twilight Princess.
Ōkami HD, más allá de su planteamiento reconocible – aventura, toques de RPG, interacción con NPCs, historia lineal con misiones secundarias… – cuenta con una personalidad gráfica arrolladora y un sistema de juego, el del Pincel Celestial, único, maravilloso. Tanto, que no me reconozco en las líneas que le dediqué al probarlo en su primera reencarnación, la versión de Wii. En esta ocasión, en PS4 encontramos soporte de 4K y el retorno de los minijuegos de las pantallas de carga.
Que Ōkami haya sido un fracaso comercial en cada una de sus entregas no debería esconder que, como juego, es maravilloso y que debería ser probado, al menos, por cualquier aficionado a los Videojuegos. Por ello hay que felicitarse de que exista esta reedición, que posibilita que más y más jugadores puedan redescubrirlo.
Su precio, menos de 20€, lo convierte en un caramelo al que uno no debería renunciar si nunca ha acompañado a Amaterasu en su épico viaje, un viaje que, en esta edición aparecida a finales del 2017, le permite ser considerado como el mejor juego de Zelda del año.