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La experiencia de mi primera vez en la Yakuza

La Yakuza. Tu lealtad es para tu familia. Lema bajo el que todos los movimientos convergen en un único objetivo. Una obsesión, una necesidad. Somos uno, pero deidificamos a nuestros superiores, gloriosos ellos. El poder incuestionable recae bajo su­s manos, que nos comandan y nos guían en una lucha más antigua que nosotros mismos. No hay momento para dudar, pues eso nos debilita, como si de un engranaje defectuoso se tratara. Y si está roto, ha de sustituirse.

La mafia japonesa hecha juego

Una organización que ha dado pie a la imaginación colectiva, con multitud de relatos basados en el concepto, contando historias increíbles realzando una figura de héroes renegados o de monstruos sin ápice de humanidad. No son pocos los autores, nipones o no, que se han lanzado a escribir sobre ellos, y la cantidad de medios donde están representados abarca prácticamente la totalidad del mismo. Y, sabiendo donde estamos, tenemos que hablar de la que para mí fue un descubrimiento casi fortuito, por pico y pala de ciertas personas. Hablemos de Yakuza, la saga creada por Sega con Toshihiro Nagosi, y en especial, vengo a hablaros de mi experiencia con la saga.

Siete entregas de la saga principal más unos cuantos spin-offs respaldan mis palabras. Si es un juego de nicho, eso es evidente, pero también lo es el hecho de lo lejos que ha llegado, y eso debe significar algo, ¿no creéis?. La calidad esta ahí, y yo voy a hablaros de mi primera vez con la Yakuza, de como llego esto a mis manos y del mundo de locura que esconde su ambientación. Seriedad y humor, alegría y tristeza, pero no sangre, eso sobre todo, porque la Yakuza no sangra, o al menos, no mucho en el juego.

De casualidades va la vida

Tras este pequeño preámbulo comienzo mi historia. Yo nunca había jugado a Yakuza, si bien siempre he observado de lejos sus lanzamientos y noticias. Lo anterior me cogió muy joven, nunca pensé en darle una oportunidad, pues cuando yo tuve ya consciencia de la saga, iban por la tercera entrega numerada y no poseía una PS3. Sin embargo, todo cambió el día que, de casualidades que no te esperas, la barrera se rompió y de golpe y plumazo tuvimos la primera entrega de la saga para PC. Esta no es otra que Yakuza 0, que, por si fuera poco, era la primera entrada cronológicamente hablando de la saga.

“¡Por fin!”, pensé. Era el momento, podría iniciarme en la serie. Pero aun así mi backlog de videojuegos me hizo esperar a una oferta. Tampoco me urgía, no era cosa de para hoy. Y Humble Bundle se encargó de ello, en uno de sus antiguos Humble Monthly. Yo sabía a lo que venía. Quería formar parte de ese fandom loco, fiel como pocos se han visto en el videojuego (salvo el de Sonic, esos pobres sí que tienen fe).

Gente del barrio, estos chicos

Nada más poder jugarlo, a principios de mes de febrero, inicié el viaje y me reencarné en Kazuma Kiryu, el Yakuza más duro de Kamurocho, Tokio. Una mole de determinación y bíceps, un huérfano perteneciente al clan Tojo al que encargan un trabajo sencillo: el de procurar que un hombre pague usando los método pertinentes. Kazuma consigue que paguen, pero nada más dejarlo atrás una persona desconocida asesina al hombre, lo que provoca todo lo que acompaña al juego. Y no es poco.

Tiempo después conocí al segundo personaje jugable, Goro Majima. Mucho más bestia que Kiryu, pese a no ser malo per se, las circunstancias han llevado a que lo tengan apartado de la acción dentro de la Yakuza y le han amargado. Relegado a gerente de un cabaret de Sotenbori, en Osaka, su objetivo es matar a una persona que posee información de vital importancia. A cambio de esto, le dejarán volver a Tokio, pero, como todo en Yakuza, nada le saldrá como se espera.

La tozudez hecha polígonos

Es un juego increíble, simple y llanamente. Los momentos de acción se mezclan perfectamente con una trama bien hilada, profunda, que habla de los lazos de la familia, la amistad, el bien y el mal. Un relato trágico en gran cantidad de ocasiones donde la frase “la voluntad rompe montañas” toma forma humana o cabezonería, si lo preferís. Es increíble ver a los protagonistas siendo vapuleados de formas diversas y levantarse por “el poder del corazón”. Lo cual también es gracioso a la inversa, donde nuestros protagonistas literalmente revientan veinte mil veces a las mismas personas, pero cuando acaban la paliza, estos se levantan y se van. Día duro en la oficina, supongo.

Y por aquí, por el componente ridículo, es donde Yakuza realmente se consolida. Porque una historia épica y bien montada, una montaña rusa de emociones que es la trama principal, necesita algo más, y eso es humor. La clave que me atrajo sin posibilidad de escapar y me confirmó como seguidor de la saga fue como se juntaban todos los elementos en este caldo de cultivo que es Yakuza. Entre lagrimón y lagrimón, podemos echarnos un schalextric, jugar a los bolos, pescar o apostar a peleas de mujeres y dirigir de manera eficiente nuestro burdel.

Las actividades que existen dentro de Yakuza 0son variadas, por no hablar de las submisiones en sí. Personajes secundarios que en más de una ocasión me sacaron una sonrisa, como ese señor mayor semidesnudo conocido como Mr. Pervertido¸ la mujer que me pidió que rescatara a su hija de una secta, la travesti contra la que competí en la carrera inmobiliaria o el inventor que se convirtió en una cabina de teléfono. Japón es un lugar extraño, y esta no es más que unos pocos ejemplos pues podría dedicar más de dos páginas a comentar las extrañas aventuras que plagan ambos escenarios.

Y que más decir…

Es diferente a todo lo que he jugado. Risas, llantos y unos personajes tan bien escritos que permite empatizar perfectamente con ellos pese a la distancia y la situación. Soy Kazuma Kiryu y soy Goro Majima. Soy Akira Nishikiyama y soy Makoto Makimura. Porque cuando un videojuego cruza esa línea y es capaz de hacerte creer lo que estas jugando, de hacer que los personajes sean más que meras herramientas, sabes que estas ante un buen juego. Y este si que lo consigue.

No voy a hablar de las siguientes entregas, esa es otra historia, pero la puerta de entrada a una saga que, por lo que se, no baja el listón, se encuentra aquí. Con un numero cero estilizado para simular un círculo de fuego y la tipografía de Yakuza tal y como nos llegó a occidente. Para mí, un imprescindible de cualquier jugón al que le llame mínimamente la atención el título.

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