Está siendo un inicio de año fantástico para aquellos que amamos los videojuegos. En poco más de tres meses hemos recibido una oleada de títulos de una calidad soberbia que han dejado nuestros bolsillos y nuestra vida social en horas bajas.
Es más difícil que nunca dar abasto con las novedades y sacar el tiempo necesario para disfrutar de nuestro hobby.
Made in Japan
Pero, de entre todos estos juegos, hay un rasgo que caracteriza a la mayoría en el que quizás no siempre se repara: su procedencia nipona.
Basta echar un ojo al siempre controvertido Metacritic para comprobar cómo son los desarrollos del país asiático los que copan la parte alta de la tabla durante los últimos noventa días, con valoraciones que no bajan del 84 en los diez primeros ejemplos, tomándolos de forma individual y no por sus diferentes versiones. Y eso de una industria como la japonesa que se suponía en crisis y centrada en otros mercados como el de los smartphones, aunque, si alguna vez lo estuvo, parece que por fin está dejando los malos tiempos atrás y volviendo a un estado de salud digno de la Era de las 128 Bits.
Durante los últimos años ya nos habían ido brindado joyitas indudables, con From Software a la cabeza gracias a Bloodborne y Dark Souls 3, que elevaban la formula jugable concebida por Hidetaka Miyazaki y su equipo a un nivel que va a ser complicado de superar, con muchos otros estudios considerándolos ya como una referencia y siguiendo su ejemplo. La dupla formada por Kojima y su compañía de toda la vida nos ofreció un magnífico aunque quizá apresurado Metal Gear Solid V: The Phantom Pain, que tensó la cuerda de manera irremediable y desembocó en la ruptura definitiva y el tomo de rutas totalmente diferentes, con el creativo fundando su estudio independiente (con el que ya prepara su nueva obra, el prometedor Death Stranding) y Konami tomando otros derroteros en esto de los negocios más alejada de su sector tradicional.
El pasado 2016 fue el año en el que por fin pudimos disfrutar de dos títulos tan esperados como Final Fantasy XV, de Square Enix, y The Last Guardian, de Japan Studio y su Team Ico, que dejaron entusiasmada a gran parte de la comunidad. Incluso Wii U, inmersa en sus años más oscuros y con una Nintendo Switch en la que los de Kyoto tenían ya depositada sus esperanzas, ha tenido juegos como el primer Splatoon, todo un fenómeno en su país natal, y J-RPGS de la calidad de Tokyo Mirage Sessions #FE o Xenoblade Chronicles X.
Por no hablar de las portátiles, con 3DS recibiendo en pocos meses Fire Emblem Fates, Pokémon Sol y Luna y el tan fantástico como poco reconocido Kirby Planet Robobot de HAL Laboratory. O una Playstation Vita que parece nutrirse ya sólo con propuestas japonesas, destacando dentro del particular género de las Novelas Visuales con Steins; Gate 0 y Zero Time Dilemma, aunque estos últimos casos están disponibles también en otras plataformas y no son exclusivos de la pequeña de Sony, que sólo rinde a buena forma en su país natal.
Un 2017 para enmarcar
Pero lo de este inicio de año está siendo algo tan especial a nivel de calidad y cantidad que no le encuentro precedentes claros en tiempos pasados, sobre todo para tratarse del primer trimestre: aun descontando dos exclusivos de estudios occidentales como Horizon: Zero Dawn, de Guerrilla Games para Playstation 4, y Halo Wars 2, de 343 Industries y Creative Assembly para Xbox One, que parecen haber funcionado bien en crítica y ventas, nos quedan otros cinco o seis títulos llegados en estos meses desde Japón que han resultado ser geniales. Resident Evil VII: Biohazard abría el camino en One y PS4 con el que para muchos es el mejor capítulo de la saga en años, después de que el V y, sobre todo, el VI no llegaran a ser todo lo que los fans de la franquicia de Capcom esperaban. Nuestro homie Saúl González lo definía así en su análisis:
“Resident Evil 7 nos confirma que el terror está de vuelta a la familia, que Capcom no se ha olvidado de hacer survival horror, sino que los había dejado temporalmente de lado para ofrecernos otras experiencias pero que, para suerte de los aficionados más fieles a la saga, ha sabido retomar justo en el momento adecuado, cuando el género está en uno de sus mejores momentos de forma. Una progresión de dificultad impecable, gestión de recursos muy bien llevada, sustos, agobio, muerte, infectados y un lugar dentro del universo de Resident Evil. Yo, por lo menos, no puedo pedir más de lo que me ha dado a este Resident Evil 7. Me ha tenido enganchado y sometido a su voluntad durante todos estos días que lo he jugado y ha conseguido que, por fin, se me vuelva a poner la piel de gallina cada vez que pienso en su nombre.”
De la siguiente remesa hay que reconocer que la gran beneficiada ha sido la consola de Sony, recibiendo cuatro juegos a cuál mejor: hablamos, por supuesto, de Gravity Rush 2, Yakuza 0, Nioh y NieR: Automata, exclusivos (salvo este último, que sale también para PC) de PS4. Esto nos contaba Kristian en sus impresiones de los tres primeros:
Gravity Rush 2 (2017, SIE Japan Studio, Project Siren)
“Si tienes la suerte de contar con la sobremesa de Sony, hazte un favor y hazte con este Gravity Rush 2. Perdértelo será perderte una de las grandes aventuras plataformeras del momento, y no creo que quieras cometer ese error.”
Yakuza 0 (2015, SEGA)
“A poco que te dejes, Yakuza 0 te atrapará irremediablemente y no te soltará hasta que él quiera. Si vas con la guardia baja lo vas a flipar, a poco que te atraiga la cultura japonesa y no te tire para atrás ni que no esté subtitulado al castellano ni que la única – y maravillosa – pista de audio sea en nipón. Sí, hay un pequeño peaje a pagar, pero la recompensa es increíble.”
Nioh (2017, Team Ninja)
“Nioh engancha terriblemente, y más si te pilla con la guardia baja como a mí. Si eres fan de From Software no te lo puedes perder. Y si no lo eres pero te gusta la acción, los retos y el ir mejorando a tu personaje cada minuto, al menos dale una oportunidad. Kudos a Team Ninja, que ha jugado muy bien su carta de “Juego Tributo”.”
Mientras que sobre NieR: Automata (2017, Platinum Games) escribía hace unos días Traxium en su análisis de la versión de PC:
“NieR: Automata es una Obra Maestra, con una historia como no había visto en tiempo, una atmósfera en la que es fácil sumergirte y una banda sonora maravillosa. Quizá su mayor problema haya sido el compartir fechas con otros grandes lanzamientos, que no son necesariamente peores, pero sí es posible que haya quedado como el tapado de principios de año. No te lo pierdas.”
Hyrule como nunca se ha visto
Por mi parte, he tenido el placer de estar disfrutando durante las últimas semanas de The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Un juego que bien podría estar llamando a las puertas de la eternidad, si atendemos a la opinión casi unánime de los principales medios del sector y de una gran parte de los aficionados. Quizás no sea un título del todo perfecto pero a fe que pocos juegos están más cerca de ello.
Su jugabilidad redonda e intuitiva, inmersa en un mundo en el que todo se desenvuelve de manera tan orgánica, con un uso envidiable de las físicas y un reto siempre inteligente, en el que tu solución a un problema puede no ser la misma que la mía y aun así ser validas por igual, junto con muchas otras posibilidades. Una recreación de la naturaleza que me ha impresionado tanto como lo hizo en su momento la de Red Dead Redemption (2010, Rockstar). Todo tiene un sentido y un porqué en Hyrule: tras cada roca, la promesa de un nuevo secreto por descubrir o una zona extraña por explorar. Una explosión de imaginación y quizás la definición más amplia de aventura vista por un servidor en un videojuego.
Y todo ello unido a un apartado artístico apabullante, que tapa cualquier problema en lo técnico que pudiera existir –que los hay y notorios, sobre todo en framerate y texturas-. El escenario estalla de vida y color en tu pantalla y el simple sonido del viento al colisionar con cada brizna de hierba parece transportarte de lleno al imaginario que proponen Aonuma y su equipo. Es muy difícil con un juego tan inmenso que este funcione tan bien a tantos niveles y Breath of the Wild lo consigue y lo integra a las mil maravillas. La aventura perfecta no solo para despedir a Wii U y recibir a Nintendo Switch sino para abanderar y hacer de insignia de la recuperación de la industria del videojuego en el país del sol naciente, que llevábamos años deseando y que cada vez parece más evidente.
Un 2017 lleno de promesas
Pero la cosa está lejos de quedar ahí: ya mismo, el próximo cuatro de abril, tendremos entre nosotros Persona 5, el que era y es mi título más esperado para este año, junto al ya mencionado Zelda. Y la cosa no podría pintar mejor a día de hoy, arrasando también en las críticas de los medios occidentales que lo están poniendo por las nubes a pesar de ser una saga tan marcadamente nipona, con muchos de los elementos peculiares de su sociedad y cultura teniendo una presencia más que notable. Tras las innumerables horas que pasé pegado a la Vita hasta terminar Persona 4 Golden, ahora ansío sumergirme otra vez en el mundo creado por Atlus para la ocasión, encariñarme con los personajes y hacer mía su historia.
El resto del año quizás pueda parecer que se presenta más tranquilo pero no por ello va a parar el tsunami oriental: ya asoman en el horizonte Splatoon 2 y Super Mario Odyssey para Nintendo Switch. También lo están haciendo Tekken 7, Sonic Forces, Valkyria Revolution, Fire Emblem Echoes: Shadows of Valentia, Gran Turismo Sport, Dragon Quest XI y quién sabe si incluso los largamente deseados Kingdom Hearts III y Shenmue III, o el primer capítulo del ansiado remake de Final Fantasy VII. Es pronto para saber si estos cumplirán o no las expectativas puestas en ellos pero sin duda parece que estamos inmersos de nuevo en una gran época no sólo para disfrutar de nuestra afición sino para hacerlo además con el sello nipón. ¡Larga vida a la Industria Japonesa!