Me he dado cuenta de que a raíz de la Paris Games Week y de los espectaculares tráilers de The Last Of Us Part II y Detroit: Become Human se ha vuelto a traer a primer plano la polémica del uso de la violencia en los videojuegos. Y digo polémica porque es así como algunos la clasifican.
Algunos entre los que yo no me encuentro, afortunadamente. ¿Es el uso de la violencia el problema? A esta pregunta se puede responder con un ejemplo. A la mayoría nos gustan las películas de Quentin Tarantino, de las que recordamos momentos espectaculares que se han quedado grabados en nuestra memoria: la escena de tortura en Reservoir Dogs, la “cita de la Biblia” de Jules en Pulp Fiction, la escena del bar en Inglorious Basterds o la escena de la mansión en Django Unchained. Es cierto que muchos han criticado el estilo de Tarantino y su propensión a hacer películas con excesivos toques de violencia, ¿pero acaso nos atrevemos a acusar al director de uso innecesario de la violencia? Algunos se atreven, sí, pero muy pocos. Esto se debe a que la violencia es el medio que tiene Tarantino para contar las historias que cuenta en sus películas, y si nos paramos a analizarlas, los malos son los que peor parados salen siempre. Es cierto que no sé qué pasa por la cabeza de Tarantino, pero lo que a mí me transmite ese uso de la violencia es que es inherente al ser humano, el cual es capaz de hacer cosas imperdonables.
Por otro lado, tenemos a David Cage, un genio de nuestra época, en mi opinión, que decide presentar en la PGW un nuevo tráiler de Detroit: Become Human en el que se trata uno de los temas más peliagudos que ocurren en nuestra sociedad: la violencia doméstica. La escena en sí no hace apología de la violencia doméstica, no te dice que pegues a tus hijos ni que sea bueno, sino todo lo contrario, dándote además la posibilidad de intervenir para frenar al padre. Sin embargo, tras sacar a la luz el tráiler, nos encontramos cosas como esta. Para quien no quiera leerlo, se trata de una entrevista a David Cage en Eurogamer en la que se le ataca a la yugular y se le cuestiona por usar la violencia doméstica para vender su videojuego.
No hace falta decir que parece que hay quien no sabe diferenciar entre crítica y apología de un tema. La crítica muchas veces utiliza el tema que está criticando para hacer patente que existe y que es un problema, mientras que la apología sólo lo ensalza. Parece que, a día de hoy, no sabemos aún diferenciar entre lo que es una crítica y lo que es una alabanza, y eso nos lleva a problemas como al que estoy tratando.
La violencia como medio, no como fin
Mientras estoy escribiendo este artículo estoy jugando a Wolfenstein II: The New Colossus. La ultraviolencia de la primera entrega se mantiene, e incluso se refuerza, en esta secuela. Sin embargo, me parece uno de los juegos del año, al igual que a gran parte de la crítica. Y aquí no se critica el uso de la violencia porque va dirigida hacia los nazis. ¿Acaso alguien se atrevería a defender a los nazis y criticar que se use la violencia contra ellos por medio de Blazkowicz? Evidentemente, no. Los nazis son siempre los malos, y quien piense lo contrario que se lo haga mirar.
Sin embargo, hay un momento en Wolfenstein II en el que se muestra una escena de violencia doméstica de la mano del padre de Blazkowicz cuando este es pequeño. El comportamiento del padre es el propio de un machista maltratador que ejerce de cabeza de familia y cree que hace lo mejor por su mujer y su hijo cuando en realidad está haciendo todo lo contrario. En este caso, la violencia va dirigida no contra una pequeña niña indefensa, como en el caso del tráiler de Detroit, sino contra el soldado definitivo, Blazkowicz, pero siendo un pequeño niño indefenso. La doble vara de medir puede darte en las narices en muchas situaciones, y esta es una de ellas.
Los videojuegos son un reflejo de la sociedad
Asumámoslo, vivimos en una sociedad en la que la violencia impera, en la que los problemas sociales del día a día pasan por el racismo, la xenofobia, el machismo, el maltrato… La sociedad humana es violencia, y han sido la violencia y la falta de entendimiento lo que han provocado muchos de los grandes conflictos que han marcado nuestra historia. Los videojuegos no hacen sino reflejar la conducta humana, porque los videojuegos se han convertido en un fenómeno de masas y tienen que denunciar los problemas de la sociedad.
Claro que The Last Of Us es violento. Muestra la naturaleza humana cuando se enfrenta a un problema que la supera. Por supuesto que Detroit: Become Human utiliza la violencia doméstica. Refleja uno de los grandes problemas de la sociedad y lo denuncia a través de mostrarlo. Usar la violencia para plantear decisiones morales y reflejar los problemas de la conducta humana no es hacer apología de la violencia. Ni siquiera Call of Duty o PUBG hacen apología de la violencia porque el contexto en el que están situados justifica en cierto modo el empleo de la violencia, aunque a una parte de la crítica parece que sólo le indigne que se use la violencia en determinadas situaciones.
Creo que la evolución que está experimentando la industria del videojuego es realmente buena. Es posible que estemos alcanzando nuestra madurez, y es evidentemente que muchas veces vamos a mirar a nuestros “abuelos”: el cine, la literatura, el arte… Porque los videojuegos están adquiriendo importancia no sólo económica, sino también moral en nuestra sociedad, y no podemos permitir que haya gente que quiera impedir ese crecimiento –aunque sea de manera inconsciente– por plantear dudas que son más bien inseguridades.
El problema no es el uso de la violencia para contar una historia, sino la interpretación que muchos quieren dar a ese uso de la violencia. Hay que correr la cortina y abrir la ventana para no dejarnos influir por lo que quieren que veamos y ver con nuestros propios ojos lo que tenemos delante. Estos temas se han planteado anteriormente en otros medios que hoy en día están perfectamente asentados, y a nosotros ya sólo nos queda decorar el interior y convencer a muchos de que es nuestra casa y tiene que estar decorada como queramos, porque las bases ya las hemos sentado.