Terra Nil, esperanza a pesar de todo

Llevamos unos años terribles. Cada nueva estación rompemos récords de temperaturas (tanto bajas como altas), eliminando temporadas de entretiempo en pos del frío bien fresco o calor cascante. Esta responsabilidad nuestra que tiene varios caminos futuros posibles y que a su vez se ramifican menos y se van uniendo en uno solo: joder el planeta.

Este pequeño vistazo a nuestro posible futuro toma un toque esperanzador al tratarse de una reivindicación de arreglar, no de conquistar.

En Terra Nil se nos presenta una tierra marchita después de que el paso de la humanidad la dejase como un chicle debajo de una mesa en un instituto. Tendremos que, con el uso de la tecnología, regenerar los ecosistemas yermos intrincando generadores de humedad o fertilizadores para crear hábitats perfectos (o cerca de estar perfectos) para la flora y fauna, con la que después deberemos poblar esta nueva tierra, esta Tierra Nula.

Éste estudio de Sudáfrica, Free Lives, cuyos títulos fluyen entre la vis cómica desde Broforce hasta Anger Foot (pasando por otros menos convencionales como GORN y Genital Jousting), nos propone un relajado juego de recolección de puntos de habitabilidad que nos permitiran construir nuevos edificios que, al estar cada tipo limitado su rango de acción, tendremos que colocarlos de manera eficiente y que acaben desencadenando un efecto dominó para lograr una mayor zona afectada por nuestra reconstrucción.

Una vez hemos conseguido un suelo vivo, biomas en sintonía y una fauna equilibrada, deberemos reciclar todo edificio que hayamos colocado a lo largo de nuestra rehabilitación y llevárnoslo con nosotros, a dónde quiera que esta futura humanidad esté ahora.

Ah, y he dicho relajado pero en la dificultad más sencilla. En la dificultad media, normal y estándar, que probé en un primer momento (pobre de mí), descubrí que mis dotes de estrategias o son muy malas (que lo son) o el juego se convierte en un cálculo milimétrico cirujanil en el que cada edificio y su posición y rotación cuenta. Pones un edificio fuera de lugar y estás perdido, atascado. No me quiero imaginar como será en difícil.

Este conjunto de dificultad entre la posición de los edificios y vías, y la cantidad de recursos que dispongas, dotan a Terra Nil de un gameplay sencillo pero profundo, como el ajedrez, en el que durante su corta duración (unas 4 horas, a 1 hora por zona en mi caso) tendremos la posibilidad de resarcirnos de nuestro errores que, aunque aún no cometidos, si que se nos augura algo no muy bueno.

Como persona que sueña despierta, siempre queda la esperanza de tener la conciencia de reconstruir y dejar vivir tranquilamente lo que una vez destruimos.

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