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Yakuza, donde habías estado toda mi vida

Yakuza

Siete juegos que cuentan la historia del Dragón de Dojima. Una franquicia que viene desde 2005 y que se ha establecido como una las más icónicas dentro de Playstation. Nunca le presté atención, para mi su nombre era uno más dentro de la interminable lista de títulos que existen en la actualidad. Todo eso cambió cuando jugué Yakuza 0.

Un lienzo en blanco

Yakuza ha ido dejando su exclusividad de a poco. Primero llegó a PC y luego a Xbox. Es en esta última plataforma donde he decido darle una oportunidad. La primera sensación es de sorpresa. El vídeo antes de la pantalla de inicio prácticamente cuenta la historia del juego, pensé yo. Aproximadamente cinco minutos de una animación muy bien lograda y repleta de avances relacionados con esta historia.

Comienza el juego y hay más historia por contar. Un lote baldío, un sujeto casi muerto y una misión cumplida. La narrativa pasa de vídeo a texto, incluso con opciones de respuesta. Pensé, “a lo mejor es un RPG, voy a responder con cuidado”. Termina la habladuría y tomo el control de Kazuma Kiryu.

En este punto no se nada de Yakuza en cuanto a serie, personajes o historia. Voy totalmente en blanco. Para mi Kiryu es un personaje más y comienzo a recorrer las calles de Kamurocho en total ignorancia. Fue tal mi nivel de desconocimiento que al ver el mapa me dije “esto va a ser corto, el mapa es muy pequeño”, definitivamente la ignorancia es atrevida.

Van aumentando los minutos, me comienzo a familiarizar con las mecánicas de juego. El combate me atrapa de inmediato. Ese estilo beat em up junto con las animaciones de los movimientos especiales fue un gran gancho. La necesidad de dinero me llevó a buscar pelea en cualquier esquina del lugar. Eso y la necesidad de mejorar mis habilidades en el combate.

Un pequeño gran mundo

En mi mente seguía esa sensación de un mapa muy pequeño, pero todo cambió cuando comencé a entrar a los restaurantes y los diferentes sitios de esparcimiento que tiene el lugar. Bolos, dardos, karaoke, baile, recreativas. Kamurocho esconde millones de secretos, algunos lugares de estos los conocí incluso en los últimos compases del juego, como por ejemplo el trabajar en una línea caliente.

Yakuza fue perdiendo esa sensación de ser un juego corto, cuando decidí ir a guardar la partida y me di cuenta que llevaba cuatro horas de juego y no había hecho nada relacionado a la historia principal. De inmediato recordé GTA (en duración, porque en jugabilidad son muy diferentes) y me dije “bueno, esto va para largo”. Luego fueron apareciendo más personajes, familias, clanes. Una gran cantidad de información alrededor de este interesante mundo.

Las cosas no terminaron allí. En algún momento, en el menú de pausa, vi un listado de misiones secundarias. ¿Cómo iniciarlas?, no tenía la más mínima idea, hasta que alguien en la calle me habló. A partir de ese momento mis recorridos se convirtieron en la búsqueda de personas y en solucionar sus problemas. El tema es que no solo era en la calle, también en los restaurantes, droguerías o incluso cabinas telefonicas.

Al estilo japonés

Definitivamente la cultura japonesa es bastante variada. En lo personal siempre me enfoco en su disciplina, pero en Yakuza pude conocer otras facetas. Las misiones secundarias nos muestran parte de esa cultura, con personajes vendiendo ropa interior usada en la calle, chicas que quieren que te hagas pasar como su novio o incluso algunas que requieren clases de como ser dominatrix.

A eso se suma el hecho de querer sobresalir en todos estos aspectos. Ser el mejor en la pista de baile, tener el récord en el karaoke o dejar el alma en la caja de bateo. Eso va aumentando más y más las horas invertidas en el juego, pero lo más importante es que cada una de estas acciones tiene beneficio y eso motiva aún más a hacerlas. Ya sea ganar un nuevo amigo, una nueva arma, dinero o puntos para mejorar habilidades.

Dice su creador, Toshihiro Nagoshi, que siempre quiso plasmar en estos juegos mucha de la cultura japonesa y vaya que lo logra. Los que ha podido visitar dicho país así lo demuestran y para los que somos ajenos a dicha cultura, nos va dejando varios temas para ir curioseando por nuestra cuenta.

Enter Goro Majima

Todo iba avanzando muy bien, entre misiones secundarias, unas cuantas canciones, bailes y peleas callejeras. La historia también avanzaba de manera interesante, conociendo mas acerca de las familias, sus jefes y sus interesantes personajes, que en serio, son muchos. Pues bien, pasados dos capítulos, sucede algo que no esperaba, cambio de personaje.

Goro Majima entra en escena. De nuevo, mi experiencia en cuanto a la serie Yakuza no me dice mucho, pero el personaje me llama la atención desde el inicio. Un anfitrión de lujo dentro del cabaret que administra, que pierde toda la caballerosidad cuando tiene que cumplir sus funciones en la calle. La llegada de Majima trae cambios.

El estilo de pelea, el mapa, la historia, los personajes. Prácticamente juego nuevo, con ciertas similitudes a lo que vemos con Kiryu. Admito que disfruté mucho más la historia de Majima, principalmente por la forma de ser del personaje y eso habla mucho de lo que Yakuza es como juego.

El nivel de personalidad que tienen sus protagonistas es increíble. No son simplemente tipos en busca de pelea. A medida que la historia avanza nos damos cuenta de ello y eso fue aumentando aún más el cariño hacia el juego y su lore. De hecho a partir de la aparición de Majima mi curiosidad pasó más allá del juego y se enfocó en conocer más acerca de los Yakuza y su mundo.

Cuando atrapa, no hay salida

Los párrafos que acabo de escribir, son solo la punta del iceberg. Cuando comencé la historia de Goro llevaba seis horas de juego y pueden notar que la cantidad de información es abrumadora. Adiós a la teoría de juego corto, porque además faltaban los minijuegos más gordos. La inmobiliaria y el cabaret, donde en ambos casos hay que derrotar a cinco contrincantes para sacarlos del negocio.

Muchas horas de mi partida se fueron precisamente en eso. Comprar negocios, conseguir chicas para el cabaret, hacer los ajustes necesarios, recolectar las ganancias, espiar a la competencia. ¿Que tenía que ver esto con la historia principal?, nada, pero es supremamente divertido y adictivo.

En este punto ya estaba del otro lado. Comencé a investigar más sobre la saga. Obvio, me trague ciertos spoilers, pero me dio mucho más contexto, me sirvió para entender mucho más la trama actual y lo que puedo esperar a futuro. Porque quiero saber que sigue, quiero disfrutar la saga Yakuza y la historia del Dragón de Dojima.

No hay manera de explicarlo

Yakuza 0 es un juego que seguramente no es para todo el mundo. Su forma de narrar los acontecimientos, las largas cinemáticas, las misiones secundarias, los personajes, la jugabilidad. Es una suma de muchos elementos, muy bien diseñados y acoplados, donde la única forma de entender y dar explicación a todo lo que genera es simplemente jugandolo.

No soy el mayor fanático de los juegos orientales. Muchas de esas famosos franquicias las he pasado por alto y a lo mejor, como me sucedió con Yakuza, me puedo estar arrepintiendo. Si, es algo a lo que uno no está acostumbrado, pero su rareza es lo que hace tan especial.

Esta es la hora en la que me digo a mi mismo “¿por que nunca le di una oportunidad a esto?. ¿Cuál fue el motivo para mirar a otro lado e ignorar este juego?”. Pues por fortuna ya no lo haré más y el deseo de continuar se mantiene. Estaba tan equivocado respecto al título, que al final mi partida fue de 60 horas, donde no completé ni siquiera el 50% del juego. Así de “corto” terminó siendo este Yakuza.

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