Hablemos de RETRASOS. Esa palabra que nadie quiere escuchar en su vida, pero que siempre acaba llegando. Llegas feliz a la terminal de la que sale tu vuelo en 30 minutos y zasca, retraso. El paquete que te tenían que enviar de Amazon y se supone que llegaba hoy no está disponible, así queeee, sí, retraso. Tú pareja te dice que tie…, mejor dejamos ya el tema.
Pues sí, amigos, en el mundo de los videojuegos también solemos encontrar esta temida y odiada palabra tanto por desarrolladores como por los propios jugadores. Este término además genera pérdidas en los estudio que previamente ya habían establecido una fecha para la salida de su título, por lo que para ellos no es que sea una liberación el hecho de tener que retrasar su trabajo.
Como todos sabemos estas últimas semanas parece ser que todos se han querido subir al carro de los retrasos. The Order 1886, The Evil Within, TES Online en consolas, se oyen también rumores para Batman Arkham Knight o The Division. Pero es que anterior y recientemente ya habíamos sabido de otros retrasos sonados como The Witcher 3: Wild Hunt, Watch Dogs (que desde hace unos días ya tenemos a la venta), DriveClub, entre otros.
Lo que sí está claro es que estos retrasos están haciendo flaco favor a las consolas de nueva generación, que ya de por sí disponen de catálogos más bien escasos. Si a esto le unimos el hecho de que no hacen más que sacar refritos de la anterior generación para engrosar estos catálogos, es normal que los jugadores se encuentren molestos con estos aplazamientos.
Con todo esto volvemos a entrar en otro debate que lleva en las comunidades videojueguiles durante estos primeros meses de vida de estas nuevas máquinas: ¿Acaso 2014 no era el año para sacarlas? ¿Hubiera sido mejor esperar un añito más y así complementarlas con catálogos que sí motiven a comprarlas? ¿Mejor tirar a por un PC de calidad, con un catálogo prácticamente infinito, y dejarse de chorradas?
No sé las respuestas, lo que sí sé es que como poseedor de una de estas máquinas me siento muy decepcionado con las promesas incumplidas por parte de los estudios, así como por el poco apoyo que se le está dando a este primer año de vida, que ya podría considerarse casi como un año perdido.