Ryu Ga Gotoku Studio lo ha vuelto a hacer. Nos ha traído un “nuevo” título que aplicando sus bases ya practicadas (e incluso dominadas) de juegos anteriores pero con una nueva localización temporal, que trae frescura tanto en pequeños detalles como en el cómputo general.
Contexto e Historia
A Like A Dragon: Ishin lo envuelven varios contextos.
El primero es que se trata de un remake de una entrega homónima lanzada solo en Japón por el allá 2014, anterior al boom occidental que comenzó con Yakuza 0 (2015) y su salida en PC. Este cierre de fronteras es uno de los motivos por los que no pude jugarlo durante estos años así que no tomaremos estas impresiones como una comparación entre ambas entregas.
El segundo contexto, es el histórico. Ese apartado que algunos odiábamos en el instituto, pero ahora, con la madurez y la nueva manera de enseñar a través de vídeos y documentales, he podido adentrarme antes de poner las manos en esta ventana al pasado nipón. Con Ishin nos adentramos a una época convulsa del país, pues está ambientado en la década de 1860, durante el periodo del Bakumatsu en el que, mientras parte de E.E.U.U. estaba adentrándose hacia el oeste a golpe de pistoletazo, fueron más al oeste hasta costas niponas montados en los llamados “barcos negros”, con la intención de comerciar, por las buenas o por las malas.
Debemos tener en cuenta que, desde mediados de la era Edo, los extranjeros tenían prohibida la entrada a Japón de manera estricta, pudiendo ser únicamente visitados por los holandeses, no sin tener unas condiciones extremas, como vivir apartados en la pequeña isla artificial de Dejima en Nagasaki.
En este ocaso de encerramiento económico y cultural tenemos a nuestro protagonista, Sakamoto Ryoma, un personaje que existió (al igual que gran parte de la historia) y cuya historia comenzará en su vuelta a su aldea natal, Tosa, después de un año entrenando en Edo (actual Tokyo). Allí encontrará la fuerte diferenciación de castas entre los samuraís y las injusticias de estas jerarquías.
Después de intentar ayudar a una madre y su hija de estas injusticias, Ryoma acaba encerrado pero pronto liberado por su figura paterna, que también es ministro.
Junto a él y su medio hermano planean cambiar este sistema jerárquico para una Japón más libre frente a los cambios internacionales que se vienen con un nuevo fundado Partido Imperialista de Tosa. Pero, cuando estaban reunidos, un extraño enmasacarado portando un único arte marcial provinciano mata a nuestro pilar vital que, cuando llega la policía, somos los principales sospechosos.
Así, exiliado en Kyo (actual Kyoto) y con el nombre de Saito Hajime deberemos encontrar a ese enmascarado infiltrándonos en el Shinshengumi, una especie de grupo de samuráis que defiende el antiguo régimen.
El tacto de la espada
Con este trasfondo, mezcla de las cinemáticas y pequeñas secciones de gameplay iniciales es como comienza nuestro viaje por Like A Dragon: Ishin.
No debemos olvidar que es un remake de un juego de 2014, que inicialmente no estaba pensado para la entonces nueva generación de consolas de PS4 y que se nota su rigidez tanto en menús como en movimientos. Esta rigidez, que nos puede dar retazos de aquellos Yakuza 3, 4 y 5, hace que salte cierta nostalgia no vivida que además, se acentúa con la recreación de una ciudad cometida y bien recreada que te hace sentir morriña por un tiempo que no viviste, ni el de la salida de los juegos mencionados, ni el del periodo histórico.
Como siempre, la sensación de vivir en un Yakuza es notable, y este no va a ser menos. Los tenderos llamándote, las señoras charlando por la calle, los pescadores en el río, el mismo río sonando y los detalles e iluminación de un remake total que dotan de una bonitez típica de Unreal.
Pero no sólo de sensaciones visuales y auditivas (incluso a veces, olfativas) trata este mundo. Controlamos a un Ronin, un samurai sin señor, que hace lo que puede para ganarse la vida. Tanto en combate, como fuera de él (de esto hablaremos más adelante).
El combate, acompañando esta robustez fruto de la tecnología de su tiempo no hace sino sumar al empaque en los espadazos. Si, tengo una espada y no dudaré en usarla. Un estilo de lucha llamado Espadachín que mejora a cada habilidad y a cada nueva espada con nombre.
No sólo de la espada vive el ronin de esta época, pues con la llegada de los yankis tenemos otros modos de combate. El pistolero nos permite blandir un revolver para comprobar que una katana no puede bloquear un tiro en el pecho. Dos estilos más toscos, que permiten un combate más táctico y pausado. Sopesando cada acometida enemiga.
Pero si quieres flotar entre enemigos tenemos los dos estilos rápidos, Bailarín Salvaje y Camorrista. El primero es una mezcla de los dos anteriores, espada y pistola, permitiéndonos girar entre enemigos mientras nuestra espada corta y nuestra pistola dispara. Por otra parte, el segundo es el clásico puño puño, dónde podremos utilizar elementos del escenario (classical Yakuza) y que podremos intercambiar con armas especiales como lanzas, cañones (sí, cañones) y la Udachi, una katana de dos metros propia de Monster Hunter (aunque éstas existieron realmente).
Y de Monster Hunter no salimos porque esta vida empuñando armas se nos presenta en el juego con un menú de equipamiento que podremos mejorar mediante árboles, pudiendo mejorar nuestras armas paso a paso seleccionando distintas ramas tanto como con armas más potentes como con una armadura mejor. Esto dota de una profundidad a las armas que dista de la saga principal y nos hace querer cada objeto bélico que acaba en nuestras manos.
Por último, del juego original se ha heredado y desbloqueado al resto de los combates (antes era exclusivo de las mazmorras) las cartas. Estas cartas nos darán un apoyo notable en los combates, con efectos tales como curar (haciendo que no gastes consumibles) hasta aumentarte el ataque, o cosas tan locas como un perro que distrae a los enemigos o ponernos a bailar.
La Otra Vida
Pero no todo es pelearse. Y ya hablamos antes de la otra vida del samurai (o del modélico, al menos). Ayudar a la gente y seguir las aficiones de nuestro protagonista es la mitad de todo juego de Like A Dragon que complementa el tono serio de las cinemáticas y la trama principal.
Las misiones secundarias y distintos minijuegos y tiendas complementan a la perfección esta vida errante. Cada tienda, restaurante, servicio, casino y algunos personajes peculiares tiene una barra de amistad que podrás llenar mediante ir a cada sitio a consumir y poco a poco establecer un vínculo con la persona encargada del lugar, su cara al público al principio, sirviéndote como cualquier otro cliente y, después, conociendo más de su trasfondo y desbloqueando misiones únicas que nos darán más contexto del mundo que estamos jugando.
Por otra parte, no podemos la sección Otra Vida (como os decía, la otra mitad del samurai) dónde conseguiremos un hogar al lado de la pequeña Haruka en la que podremos plantar verduras, cocinar platos y criar perros y gatos (e interactuar con ellos) para poder saldar la deuda heredada que la pobre huérfana tiene.
Además, como cualquier juego de la saga, podremos hacer lo habitual: ir a dojos para mejorar habilidades, comprar en tiendas, cantar en el karaoke (llamado bar de canto), bailar en el kabuki, ir a pescar, jugar al mahjong, al shogi, al poker, al koi-koi, etcétera, etcétera.
Y, por si fuera poco, para englobar todo este vergel de actividades, nos presentan el sistema de Virtud.
Es una moneda que ganaremos por hacer acciones buenas, pero no buenas en un sistema moral propiamente dicho (aunque el principal motivo sea ayudar a la gente, si eso lo llamas moralidad), sino, en general, ver mundo. Vivir sin ambición. Y esto genera una virtud en el samurai en forma de puntos que podremos intercambiar para mejorar nuestra casa, con mejores equipamientos de granja o una mejor cama para el gato, por ejemplo; o mejorarnos nosotros con más resistencia al correr, una mejora caña de pescar…
Recogiendo pensamientos
Like A Dragon: Ishin es un gran juego en dos aspectos: primero, si buscas un punto de entrada a la esta saga, tienes un punto dónde ver a personajes de distintos juegos interpretando otros papeles sin relación con los demás. Y segundo, es un genial juego de samuráis, aunque tenga algunas cosas locas, la ambientación y las cosas que hacer en conjunto con el trasfondo histórico nos da una ventana a esa época de apertura en Japón a través de la comedia y el drama a partes iguales.