En demasiadas ocasiones los juegos buenos pasan desapercibidos, esperando a que alguien le dé su momento de fama, su ocasión de brillar. Pero al final, todo depende del gusto del consumidor, y por eso esta semana voy a darle voz a uno de los plataformeros de aventura más chulos de PS2, Scaler.
Un juego bastante oscuro
No creo que a muchos le suene la empresa desarrolladora, principalmente porque su nombre es bastante largo y lo cambiaron con el tiempo. Artificial Mind and Movement, más tarde conocido como Behaviour Interactive, es una empresa que, salvo la notable excepción de ser los desarrolladores de Dead by Daylight¸ se ha encargado durante casi toda su vida de trabajar con licencias.
¿Pero por qué traigo a Scaler de su frio y oscuro agujero del que probablemente poca gente lo habría sacado? Porque para mí, Jak and Daxter era una saga desconocida y Ratchet and Clank y Sly Cooper eran algo que solo conocía por demos, así que mi pequeño amigo lagarto fue el encargado de divertirme desde ese cumpleaños en el que, por casual, cayó en mis manos. Y no me arrepiento de nada, os lo garantizo.
¿Trama? ¡Aliens!
La historia, desde luego, no es su punto fuerte. La trama nos lleva a encarnar a Bobby Jenkins, alias Scaler, en su lucha por el multiverso para volver a su hogar, donde ha acabado por culpa de unos lagartos humanoides del multiverso que quieren conquistar la tierra. Por tanto, Scaler se transforma en uno de ellos al entrar en su mundo. A lo largo del viaje conoce a Leon y a Reppy, los que serán sus compañeros de viaje no haciendo mucho pero bueno, ahí están, hasta llegar a la guarida de Looger, el malo, que controla el único portal que existe en ese mundo para llegar a casa.
El resumen (y casi la trama entera) está aquí. No me pidáis más, tendría 7 años cuando me llegó a las manos así que por aquel entonces la trama me volaba la cabeza. Y es que el mundo donde transcurre toda la acción esta muy chulo. Cada localización representa casi un bioma alienígena, por lo que en lugar de tener los clásicos “zona de hielo” o “zona de fuego” del videojuego, tenemos bosques diferentes alienígenas, pantanos imposibles, zonas montañosas, nocturnas, desiertos… pero en un estilo muy característico, muy bien llevado dada su ambientación de “mundo alienígena reptiliano”.
Scaler el niño camaleón mutante alienígena
Y eso era lo que más molaba. Poder visitar un mundo extraterrestre, colorido, exótico, con unos colores vivos y unas formas imposibles. Y explorarlo, una delicia. El control de Scaler era una autentica gozada para alguien como yo que acababa de salta de la Play 1 directo a la next-gen. Un plataformeo limpio, con un poco de acción en niveles y mucha en los bosses, cada uno diferente y divertido, con coleccionables que me transportaban directamente a mi infancia con Spyro: The Year of The Dragon (y que también eran huevos, pero en este caso de reptil).
Me encantaba explorar ese mundo. Podías deslizarte por lianas, correr, saltar y atacar, además de volverte invisible y de esa manera pasar por zonas de sigilo. Pero lo que más me molaba era transformable. Dentro de Scaler, en ciertos niveles te daban la posibilidad de derrotar a un determinado número de enemigos para así absorber sus poderes y utilizarlos en otros ciertos niveles. Podíamos convertirnos en unos enanos lanza bombas, un lagarto anfibio, una tanqueta que disparaba o incluso una mantarraya voladora.
Cada una de las transformaciones tenía sus propias peculiaridades, su forma de atacar y de desenvolverse por el escenario. La mayor lástima es que solo pudieras usar una transformación y solo en determinados niveles. Supongo que en parte era porque pertenecían a un determinado ecosistema, pero habría destacado más el juego si hubiera añadido complejidad a los puzles aprovechando las transformaciones en cada nivel una vez las desbloqueas.
De pequeño era la leche. Y lo sigue siendo
Es llamativo el amor que le tengo al juego. Me lo habré pasado lo menos 30 veces, muchas cuando era pequeño, pero hace apenas dos años desempolvé mi vieja PlayStation 2 y lo disfruté tanto como lo hice cuando tenía menos edad. Cuando mis referentes en los plataformeros eran Crash y Spyro, cuando mi padre me traumatizó con el segundo Resident Evil y en el patio colábamos las Game Boys para intercambiar Pokémons. Era un juego que he disfrutado mucho y que, al igual que los ya mencionados Crash y Spyro y los infames Harry Potter de PSX, guardan un lugar muy especial en mi corazón. Joder, si por aquel entonces me gustaba Kingdom Hearts, solo digo eso.