Llevo jugando a juegos de From Software desde los tiempos de Otogi para Xbox. Es cierto que nunca me he considerado un fanático de sus creaciones, pero eso no ha impedido que haya valorado y mucho sus trabajos. Los recientes Souls y su apuesta, en estos tiempos de virtuosismo técnico y Guerra Fría de las compañías de Hardware, por El Desafío, orquestado por motores de circunstancias que petardean más que la moto de un hippy y que quedan mucho mejor en capturas de pantalla que en Let’s Play que los dejan en evidencias, honra a una desarrolladora que no se casa con nadie.
O, mejor dicho, que se casa, se divorcia, monta una comuna y luego se lanza, de nuevo, a los brazos de Sony. Parece evidente que From Software no tiene problemas en arrimarse a unos o a otros en la búsqueda de su próxima compañera de baile. Y de momento parece que la cosa les va bien, porque Bloodborne es la prueba de que independientemente del partner de turno, tienen las cosas claras.
Nota: esta reseña está escrita tras 10 horas de juego. Bloodborne insinúa al menos 10 veces más de duración jugando a mi ritmo. Cualquier valoración es subjetiva, pero quería aclarar que este texto se centra únicamente en mi experiencia.
Y es que Bloodborne es puro material Souls. La propuesta es la misma – iterar al personaje hasta que tenga media hostia para poder enfrentarse al siguiente malo que nos encontremos, muriendo seguramente muchas veces en el proceso. Las notas de los otros jugadores, si estamos conectados a Internet, están ahí de nuevo, así como las repeticiones de las muertes de los incautos o los fantasmas de los que están jugando nuestro mismo nivel en otra dimensión. También es posible, utilizando los puntos de Visión/Insight, el crear una pasarela a tu partida en la que podrán participar, potencialmente, hasta 3 jugadores simultáneamente. (añadido tras 30 horas de juego: Y añado potencialmente porque he sido incapaz de que nadie se una – o de unirme a una partida). Además, se incluye un modo PvP al que reconozco que no me he enfrentado porque, sinceramente, lo veo como un extra del que se podía haber prescindido, por concepto.
Encontrar un punto de salvado al que volver cuando acaben contigo, intentar regresar a casa con el máximo número de unidades de sangre para mejorar a nuestro personaje y aprenderse bien con qué enemigos mejor no meterse de momento son lecciones marca de la casa Souls que en Bloodborne están absolutamente vigentes. Prueba y error. Combate, muerte y volver a empezar. Los más puristas seguro que encontrarán muchos matices que separan este juego del tronco de la franquicia Souls. A mi no me mires. Como mucho me atrevo a hacer una valoración sobre una decisión de diseño que polariza el sistema de combate: El sistema de recuperación. Este sistema consiste en que cuando un enemigo nos golpee y nos reste vida, esta vida no se eliminará automáticamente, sino que se nos concederán unos segundos durante los cuáles, si conseguimos impactar en un enemigo, se recuperará toda o parte de la energía que se nos debería haber restado. Nunca un ataque fue mejor defensa.
Su condición de exclusivo no hace, por desgracia, que el apartado técnico sea de relumbrón. El engine es incapaz de mover con gracia los, por otro lado, brillantes decorados y personajes, cuyos diseños acaban revelándose, posiblemente, como lo mejor del juego y, quizá, la justificación de su existencia. From Software sigue en sus trece de que el motor gráfico es únicamente un trámite para presentar su fórmula, una fórmula que lleva macerando durante muchos años y que se mantiene tan mágica como el primer día. Eso sí, no es para todos los públicos. Los que busquen un juego tradicional que les haga sentir buenos o inteligentes aquí se van a llevar un buen chasco: Bloodborne, como el resto de sus hermanastros Souls, brilla, precisamente, en la antipatía. Se podría decir que las creaciones de From Software son la encarnación de el Dr. House en los videouegos.
Me siento obligado a destacar la localización. Yo, defensor acérrimo de las VOSE, vengo que decir que, sin que sirva de precedente, las voces en castellano están bastante bien. Tanto, que tras fisgonear el acabado de la pista yankee cambiando el idioma de la consola, decidí volver a las voces es español que se han incluido en el juego. Sobre la música, tengo poco que decir, pero sobre los efectos de sonido se podrían escribir páginas y páginas. Qué gozada el escuchar cómo se han implementado cosas como el arrastre del hacha de algunos enemigos. O el crepitar de las llamas de sus antorchas. O el estruendo producido por las puertas que algunos monstruos intentan abrir a base de golpes. Un auténtico lujazo.
Me gustaría que, tras leer estas impresiones, te haya quedado claro que Bloodborne es un Souls rebautizado. Eso es lo principal. Lo accesorio – y subjetivo – es que hemos llegado a la situación en la que PS4 ha descubierto dos de sus tres cartas, en teoría, más gordas – The Order 1886, Bloodborne y Uncharted 4 -, y la máquina sigue carente de una obra que pueda considerarse genial – por ahí pinta que van los tiros del retraso del juego de Naughty Dog. Al final todo son opiniones, pero espero sinceramente que Sony tenga algo en la recámara, quizá en la forma de un juego que no han expuesto demasiado en las ferias pero que es capaz de ofrecer lo que los Cabezas de Serie no han podido.
No me malinterpretes, me gusta mucho Bloodborne y me parece una grandísima exclusiva. Pero tiene varios problemas de cara al público mayoritario: su propuesta jugable es, por definición, minoritaria, no es mucho mejor que los Souls y su apartado técnico es marca de la casa From Software, con todo lo que eso conlleva, lo que le provoca que Sony tenga problemas a la hora de venderlo como lo que no es: un vendeconsolas.
A mi, repito, me está gustando mucho. Bloodborne es básicamente lo que esperaba, aunque en mi imaginación los petardeos del motor no estaban ahí, y sí muchas mutilaciones y una propuesta más arcade, más amigable – y alejada así de los Souls – para el jugador, más mainstream. En cualquier caso el título de From Software es un juego que ningún fan de la saga Souls debería perderse, y la perfecta excusa para los que nunca hayan probado esta desquiciante fórmula lo hagan por primera vez. Seguro que no quedaran indiferentes.
En cuanto a la nota, pocas veces la he visto más innecesaria que en esta reseña. Por su naturaleza, puntuar a Bloodborne es puntuar a un Gusto por un género, no a una Propuesta. Que no te guste la obra de From Software no significa que sea malo, y que la ames con locura no significa que sea perfecta. Por sus problemas técnicos y por lo familiar que resulta todo, apuesto por una nota que evoca una década en la que la dificultad era una constante y no casi una frivolidad de un estudio japonés que consigue que renovemos nuestros mandos cada semana, de tanto tirarlos contra la pared. Lo que sí que puedo decir es que me parece el mejor exclusivo del catálogo de PS4 en formato retail. Del que me parece el mejor de los descargables, Helldivers, ya habló Tibu hace unos días.
Antes de acabar, un consejo: si dudas si comprar este Bloodborne, cómprate antes un Dark Souls. Te saldrá más barato y es básicamente lo mismo.
Si buscas otro punto de vista, quizá quieras leer las impresiones de Fernando tras asistir al evento de presentación del juego en Madrid.