El E3 2010, recién finalizado, me ha dejado una sensación extraña. Por una parte, parece claro que, mientras las grandes compañías quieran y les interese, la feria californiana será el mayor evento del videojuego del planeta, tras unos años en los que no se sabía bien qué papel debía tener el entonces diezmado E3. Pero ahora que ha vuelto por sus derroteros, las compañías han cambiado el chip: ya no lo utilizan para dar grandes sorpresas sino para presentar al GRAN público sus nuevos productos.