¿Cómo se mejora un título que salió hace un año y que parecía insuperable? ¿Cómo hacer que nuestras perspectivas sobre un género, los juegos de skate, cambien con un solo título y sobrevivir a su secuela? La tarea no era nada sencilla, el tiempo disponible muy limitado, pero
Black Box lo ha vuelto a hacer con una segunda parte capaz de sobrevivir a su título,
Skate, una sola palabra, una declaración de intenciones, que nos acerca a la experiencia sobre el monopatín más realista hasta la fecha. Mejor que la primera parte, gracias a que ha sabido mantener su esquema de control, su personalidad y su sencillez, y que, a pesar de algunos fallos y/o decisiones cuestionables, consigue enganchar como el primer día.
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