Por fin, tras muchos meses de espera y ganas, muchas ganas, tenemos ya todas las especificaciones de una de las dos consolas que pelearán por ganar la próxima generación: la Xbox Series X. Ya hablamos de ella anteriormente, pero esta vez, toca hacerlo con todo lujo de detalles.
Xbox Series X: potencia bruta hecha consola
La nueva generación se presenta al usuario como el avance tecnológico que buscábamos. Nuevas tecnologías que han ido surgiendo y perfeccionándose con el paso de esta generación, como son el Ray-tracing y el Deep Learning, van a comenzar a formar parte de la vida útil de las consolas. La potencia de procesamiento, tanto gráfico como central, dan un salto colosal con respecto a la antigua generación. Tomando como referencia el modelo Xbox One X, pasamos de 8 núcleos de 2’13GHz (modelo Jaguar personalizado) a 8 núcleos de 3’8 GHz (modelo Zen 2). Además, cabe destacar la implementación de la tecnología SMT (Simultaneos Multithread).
Esta tecnología permite a cada hilo del núcleo, dos hilos, trabajar en tareas completamente independientes dentro de y utilizando recursos diferentes. SMT es una tecnología que, en un hardware cerrado como es Xbox Series X, puede dar buenos resultados. Con esta técnica hay que decir que la velocidad baja 0,14 GHz, pero teniendo en cuenta las ventajas, merece la pena.
En el apartado gráfico, llegan a la consola de Microsoft las tarjetas AMD RDNA 2. Una versión especifica para la consola, con 52 unidades de computación (CU) a 1’825 GHz frente a las 40 a 1’172 GHz de la Xbox One X. Esto permitirá a la gráfica alcanzar los 12 teraflops de velocidad. Es decir, podrá realizar 12 billones de operaciones (de coma flotante, una unidad usada en informática para calcular la capacidad de proceso) por segundo. El doble que su predecesora. Juntando ambas tecnologías, las posibilidades son increíbles.
El porqué de la potencia
A todo este batiburrillo de especificaciones le debemos sumar una memoria RAM de 16 GB GDDR6 con dos interfaces de memoria (10 GB de canal a 560GB/s o 6 a 336GB/s), una memoria SSD de un terabyte y, lo que a mi más me llama la atención, una velocidad de entrada y salida de la información de 2.4GB/s sin compresión o 4.8GB/s comprimidos. Esta última es una mejora sustancial teniendo en cuenta que la Xbox One X manejaba solo 120 MB/s de entrada/salida, reduciendo drásticamente el delay de cualquier operación de este tipo.
Y ahora sí, con todo sobre la mesa, hablemos del porqué la calidad gráfica está absolutamente garantizada, llegando a los 4k nativos a 60-120fps aplicando además ray-tracing dentro de los mismos. En palabras de Microsoft, un port de Gears 5 realizado en apenas dos semanas y sin optimizar para el hardware especifico de Series X daba un rendimiento similar a un PC con una RTX 2080. Imaginaos la locura que puede significar eso optimizado.
Añadamos a la ecuación de la consola ahora el Machine Learning. El ray-tracing más o menos todos hemos oído hablar de el: iluminación dinámica y un resultado de escándalo. El aprendizaje automático (ML a partir de ahora) constituye dentro del mundo de los videojuegos una experiencia muy interesante. Permite a los desarrolladores crear desde IAs que mejoran con el tiempo, creando experiencias de PVE como nunca antes hemos visto (véase el caso de Alphastar en Starcarft 2) o incluso entornos y música procedurales donde la consola puede aprender de lo que ha creado y de lo que hace el jugador en el entorno. Estos son pensamientos míos del uso orientado a los videojuegos de esta característica ya que aún no sabemos nada.
Cargando a máxima velocidad
Aparte del mando, que lo dejaremos para el final, voy a remarcar otras dos características del sistema. La primera es la mejora de la arquitectura de manejo de datos interna. Esto permite al usuario no percibir ningún tipo de tiempo de carga dentro del juego sin importar lo que vaya a cargarse o la burrada que quieran mostrar por pantalla.
Aparte del SSD ya mencionado, parte de la arquitectura interna de la nueva Xbox Series X va destinado a esa función y, en palabras de Microsoft, para igualar el rendimiento de una Serie X a su máximo ratio de entrada/salida, necesitarías construir un PC con 13 núcleos Zend 2. Eso son siete nucleos dedicados al juego: uno para Windows y el interprete de comandos y cinco para la entrada y salida y la sobrecarga de descompresión.
Esto en términos generales significa una mejora en la optimización y utilización de las texturas dentro de los juegos. Estos suelen ser los objetos más grandes que almacena un videojuego, por lo que ahora la GPU tiene un acceso más rápido a ellas. Otra característica que deriva de esto es el cambio de juegos en menos de 10 segundos y su consecuente almacenamiento.
Cuando sales de un juego, todo su estado de la RAM pasa al SSD aplicando los algoritmos de compresión, por lo que juegos de 15 GB se almacenan en caché del SSD para después la consola abrir otro en unos 6.5 segundos de tiempo. Según la demostración que Microsoft mostró a Eurogamer, hicieron el cambio funcionando a 4K 60fps de Forza 7 a State of Decay 2, Hellblade y The Cave (de Xbox 360) y funcionó con ese tiempo de media para el cambio de juegos.
No más lag
La siguiente característica es el retardo de entrada desde el mando y el llamado screen tearing (la información de varios frames se muestra a la vez en pantalla). Con la mejorada velocidad de envío y recibo de datos a través de los dispositivos de entrada y salida, se acabaron ambos problemas. Microsoft ha conseguido eso aplicando su sistema DLI (Latencia dinámica de entrada). Asociando el frame donde se ha pulsado el mando a la pulsación se puede determinar en cada instante la latencia de input.
Y en la salida por pantalla del juego también están apostando fuerte. Han desarrollado una tecnología que desacopla la latencia de la pantalla con los buffers de dibujado. Antes usar triple buffer significaba una mayor latencia, pero ahora la sincronización de frames entra GPU y CPU se hace en microsegundos en lugar de usar la sincronización vertical. Eso prácticamente elimina tanto el screen tearing como el input lag. Lo que pulses en el mando lo veras reflejado al instante.
Para que cambiar lo que no está roto
El nuevo mando de Xbox Series X es, en esencia, una mejora del de Xbox One. Los cambios más significativos son los ya mencionados hace dos apartados: la velocidad de transmisión de las pulsaciones. Es una mejora de sensación de agarre a la que le sumamos algo que muchos bendicen del mando Elite de One: el D-Pad. Sin ser exactamente igual que el del ya mencionado mando, si que añade la diferenciación de los ejes vertical y horizontal con las diagonales para asegurar las pulsaciones correctas y facilitarlo. Otro botón añadido es el botón Share para realizar capturas o videos de forma instantánea sin necesidad de ningún otro menú (de igual forma que la switch).
El objetivo de este nuevo mando ha sido dar la comodidad al usuario. Un mando que se ha convertido en el estándar de eficacia y confort al que, con las mejoras de agarre y sensación de la misma, sigue la estela de su predecesor mejorándolo. Lastima que no se incluyan los gatillos traseros del Elite porque eso habría sido simplemente increíble.
Xbox Series X: La opinión del redactor
Visto lo visto y a espera de catálogo, no puedo decir que no le tenga ganas a la consola. Las mejoras con respecto a la generación actual parecen un sueño, el cambio que todos queríamos. En lugar de apostar por mejores gráficos per se como las anteriores, el ray-tracing, el machine learning, las mejoras de input y output y las nuevas tecnologías implementadas para el funcionamiento interno de la misma, como el guardado de estados, sumado a la mejora de un mando que ya era de por si excelente lo deja claro: Xbox Series X viene a comerse el mercado.
Aquí podréis ver además el reportaje en exclusiva que ha realizado Digital Foundry para Eurogamer y que desgrana aún más lo que aquí he explicado, con entrevistas a la gente de Microsoft donde discuten varias especificaciones y detalles de la máquina.
Microsoft ya es la reina en cuanto a servicios para usuario y estoy seguro que en esta nueva consola sabrán sacarle partido. Solo necesitan una cosa para exprimir a muerte su dispositivo, y son IPs que puedan combatir a las de Sony. La nueva guerra de consolas va a comenzar y, al final, ganamos los jugadores. Solo falta saber el precio, pero, por lo que tiene, a opinión de un servidos no bajará de los 500€ de salida, perdiendo dinero, pero seguramente sea más cara y puede que llegue al precio de la PlayStation 3 de salida. ¿Qué opináis vosotros de la Xbox Series X?