Ediciones coleccionista, figuras, películas, libros, artbooks… los videojuegos se han convertido en el epicentro de toda una maquinaria de merchandising funcione a toda máquina.
Hace unos días Sergio hacía una más que interesante pregunta: ¿Alguien usa los Amiibo para jugar?. El retorno de Nintendo al mercado de los juguetes se ha convertido en una lucrativa aventura, a pesar de que el valor añadido para los juegos en si es cuestionable. Usar el Amiibo para guardar la evolución de personajes entrenados, desbloquear trajes o personajes son efectos que, a mi personalmente, me parecen anecdóticos y que únicamente añaden un ligero valor añadido al componente que a mi realmente me llama de ellos: el factor púramente estético, o lo que es lo mismo, lo bien que quedan en la estantería, con blíster y todo.
Los artbook, por su parte, son casi una operación maquiavélica. Hoy en día los videojuegos vienen sin libro de instrucciones y el factor coleccionismo por la edición física estándar se ha visto reducido a la caja del juego en sí. Hasta el disco tiene un valor místico, como último reducto ante la conquista de las descargas digitales. Es por ello que los amantes de la crianza natural de polvo han (hemos) encontrado en la proliferación de artbooks un caro sustituto por los maravillosos libretos de instrucciones que adquirieron su máxima dimensión con Super Nintendo.
La última – e inesperada, al menos para mi – incorporación al mercado del merchandising han sido los vinilos de las bandas sonoras de videojuegos. Y teniendo en cuenta la gran proliferación de empresas que se están dedicando a esto, está claro que debe de ser algo muy lucrativo. Iam8bit, Data Discs, Brave Wave o MONDO son solo 4 de los publishers con vinilos de bandas sonoras de videojuegos, desde clásicos como Streets of Rage o Street Fighter 2 a novedades del calibre de Quantum Break o el remake de Ratchet & Clank.
Las Ediciones Coleccionistas, esos packs en los que el videojuegos casi parece lo de menos, están viviendo una segunda juventud. Estas ediciones en las que se incluyen muñecos con mejor o peor acabado, libros – o muchas veces minilibros – con ilustraciones, pegatinas, cajas metálicas y demás goodies, se cotizan a altos precios, y las compañías no se ruborizan por lanzar ediciones especiales por varios cientos de euros. Para ilustrar la dimensión que ha alcanzado el fenómeno Edición Coleccionista voy a poner algunos ejemplos recientes.
Uno es la Prestige de Dark Souls 3, con un pvp superior a los 400€ y con una producción de 2000 unidades a nivel mundial, lo que la ha convertido instantáneamente en objetivo prioritario de los coleccionistas de videojuegos. Como curiosidad comentar que se están pagando miles de euros por esta edición en páginas de reventa como eBay. Otro es la Coleccionista de Final Fantasy XV, que con un precio cercano a 270€ no tardó en agotarse, a pesar de que la tirada en este caso era muy superior: 30.000 unidades en todo el mundo. La diferencia entre ambos casos, además del precio, es que Square Enix ha anunciado que aumentarán la producción para intentar que ningún fan con un cerdito bien cebado se quede sin la edición. Podríamos hablar también de cómo Titanfall inició, de alguna forma, la veda de Ediciones de Coleccionista mainstream con un precio de varios cientos de euros. El último juego en sumarse a este elitista carro ha sido Battlefield 1, superando la barrera de los 200€.
El mercado del videojuego ha evolucionado muchísimo en las últimas generaciones, y no me refiero precisamente a crear mejores experiencias. Cada vez las compañías afinan más sus estrategias para aumentar sus beneficios, algo totalmente respetable, a fin y al cabo esto es un negocio; pero algunos jugadores, sobre todo los que llevamos más tiempo en esto, miramos atrás y vemos que la Industria se ha convertido en una suerte de comitiva de caracoles. La cantinela de «todo tiempo pasado fue mejor» sonará a lamento de viejo, pero lo cierto es que en los videojuegos, a veces, parece que esto es así. Y eso sin ni tan siquiera hablar del Pro…
Que hagan negocio con productos de todo tipo de merchandising o ediciones especiales con objetos que acompañan al juego no me parece mal, lo que me parece un robo, así de claro, son esas tretas de dar un falso valor añadido a un juego por ejemplo creando una edición especial con 3 armas nada especiales que luego cualquier jugador podrá conseguir, o regalando una camiseta para el avatar virtuasl, o incluyendo una remasterización digital de un juego top que medio planeta ya tiene, o un «libro» de «arte» de 6 páginas de un papel pésimo dinA5, o poder jugarlo una semana antes si lo reservas, etc. Esa parte del negocio actual es la que no me gusta.
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Basicamente todas las ediciones especiales tienen el precio inflado. Al margen de las chorraditas digitales que luego se pueden conseguir con la ed. normal, el contenido fisico no vale ni por asomo el sobrecoste respecto a la ed. normal.
Por muy fan que sea de un titulo, jamas me ha parecido decente una edicion coleccionista (no tengo ninguna). En algunos casos, la calidad de los extras era nefasta y en el caso contrario, el precio era excesivo.
Por el otro lado tienes los juegos digitales que no traen nada y te los cobran al mismo precio que los físicos… así que si, la industria es un negocio y al que no le guste, que se baje del carro.
Para un «fan» estas ediciones valen su peso en oro. Con el auje de la descarga digital para mi no tardará mucho en aparece una edición que no incluía el juego. Yo personalmente las compraré igualmente en este hipotético caso.
Muchas veces tiene más valor el art book que el propio juego…
Ya hay coleccionistas que no incluyen el juego. Ahora me viene a la cabeza la de Dead Space 3.
Total, eso ya lo hace también Ubi con los sobrantes de sus EC’s en su tienda online (vender los extras sin el juego) y no lo veo mal. Así ya sabes por lo que pagas… a todo esto… ahí va una más
Uncharted 4 EC
https://youtu.be/VzkyRSvvyzE