«MI DIOS ES HAMBRE/MI DIOS ES NIEVE/MI DIOS ES NO/MI DIOS ES DESENGAÑO/MI DIOS ES CARROÑA/MI DIOS ES PARAÍSO/MI DIOS ES PAMPA/MI DIOS ES CHICANO/MI DIOS ES CÁNCER.MI DIOS ES VACÍO/MI DIOS ES HERIDA/MI DIOS ES GHETTO/MI DIOS ES DOLOR/MI DIOS ES/MI AMOR DE DIOS» Raúl Zurita (La Vida Nueva,2019)
El objetivo es el cielo, tocar la gran expansión azul que es el cielo. La historia del arte está marcada por encuentros inesperados, por conexiones que trascienden fronteras geográficas y temporales. Una de esas relaciones que ha dejado una huella indeleble en el mundo del arte es la que se puede establecer entre el pintor francés Yves Klein y el poeta chileno Raúl Zurita. A primera vista, la distancia entre un maestro del arte monocromático y un poeta que lidió con las palabras en el contexto de la opresión política en Chile podría parecer insalvable.
Sin embargo, es precisamente esta aparente disparidad la que da lugar a una alquimia creativa única y profunda que merece ser explorada. A su vez, revisando las relaciones extrañas, las conjunciones inesperadas, pensaba en explorar el color azul de estos artistas en el mundo de los videojuegos.
Como decía, el azul, en toda su profundidad y misterio, lapislázuli y cielo, se erige como el punto de convergencia entre las obras de Klein y Zurita. Para Klein, el azul ultramarino fue más que un pigmento: era una manifestación de lo insondable, una entrada al infinito. Su serie de obras Les Monochromes buscaba capturar la esencia espiritual del color, liberándolo de la servidumbre de la representación figurativa. En su célebre performance Le Vide, en 1958, Klein invitó al público a un espacio completamente vacío, pintado de azul, desafiando así las convenciones sobre el arte y la experiencia estética.
Por su parte, Raúl Zurita también encontró en el azul un elemento fundamental de su poética. Su poesía, a menudo confrontada con la brutalidad y la represión del régimen dictatorial chileno, halló en este color una forma de transcendencia. En su obra Purgatorio (Raúl Zurita, 1979), Zurita nos sumerge en un océano azul que se convierte en metáfora de la esperanza y la liberación en medio de la oscuridad.
Ambos artistas compartieron una obsesión por trascender los límites establecidos por sus respectivas disciplinas. Klein desafió las nociones convencionales de la pintura, despojándola de todo lo superfluo para revelar la esencia pura del color. En su búsqueda de lo absoluto, encontró una afinidad con las ideas del filósofo orientalista Gurdjieff y sus enseñanzas sobre la evolución espiritual.
Zurita exploró la relación entre la palabra y el espacio, desafiando las estructuras gramaticales y semánticas para crear una poesía que no solo se lee, sino que se experimenta. En su proyecto Anteparaíso (Raúl Zurita, 1982), escribió versos en el cielo del desierto de Atacama utilizando aviones que dejaban estelas de humo, expandiendo así los límites de lo que la palabra escrita puede lograr en el espacio físico.
Otro elemento central en la obra de ambos artistas es la exploración del concepto de vacío. Klein, a través de su performance Le Vide y sus Monochromes, nos insta a contemplar el vacío no como ausencia, sino como potencialidad infinita. Para él, el vacío no era un espacio vacío, sino una presencia llena de posibilidades. Zurita, en cambio, se enfrentó al vacío desde una perspectiva diferente, impuesto por la violencia y la represión en su país. Su poesía, a menudo marcada por la ausencia y la pérdida, encuentra en ese vacío una fuerza que desafía la opresión y busca la plenitud a pesar de la adversidad.
La relación artística entre Yves Klein y Raúl Zurita es un testimonio elocuente de cómo la creatividad puede trascender barreras geográficas y disciplinarias. A través del azul y del cielo como concepto abstracto, ambos artistas encontraron un lenguaje común que les permitió explorar la esencia misma de la existencia humana. Sus obras nos invitan a contemplar lo infinito en lo aparentemente simple, a encontrar la plenitud en medio del vacío. En última instancia, la alquimia del azul entre Klein y Zurita nos recuerda que el arte, en sus formas más puras, tiene el poder de transformar y trascender, de llevarnos más allá de lo tangible hacia lo eterno. En los videojuegos, salvando las distancias, ni siquiera hay límites geográficos. Pues, como el cielo, la virtualidad es infinita.
Además, el cielo no solo es una fuente de inspiración visual en sus obras, sino también un símbolo de libertad, infinitud y trascendencia. A través de sus respectivos trabajos, Yves Klein y Raúl Zurita exploraron las múltiples dimensiones de este concepto, utilizando el azul como medio para expresar sus visiones artísticas y espirituales. En última instancia, el cielo se erige como un lienzo y una metáfora que conecta las obras de Klein y Zurita, invocando que, en la búsqueda de lo trascendental, el cielo puede ser tanto un punto de partida como un destino.
Finalmente, cabe mencionar el influjo del Rosacrucismo, corriente espiritual que fusiona elementos de la alquimia, el hermetismo y la mística cristiana, que emerge como un hilo subyacente en la obra de Yves Klein, subjetivando de manera significativa su búsqueda artística y espiritual. El azul, el cielo y la religión mistérica son la contraparte del compromiso político por la lucha de clases y el hambre en la Chile de la dictadura que Raúl Zurita desgrana en su poética. La poesía se queda pegada a las rocas de los acantilados, como las palabras y los gritos. La tierra ocre se enfrenta al vacío azul del cielo, inconmensurable y ajeno.
La convergencia entre Yves Klein y Raúl Zurita es un testimonio poderoso de la exploración de los límites de lo humano y lo divino a través del color y de la poesía. A través de su obsesión compartida por el cielo, ambos artistas canalizaron la búsqueda de lo infinito y lo metafísico en sus respectivos medios, la pintura y la poesía. Klein, devoto del azul ultramarino, transmutó la esencia espiritual del color, rompiendo con la cuarta pared de la figuración realista. Zurita encontró en la práctica poética la resistencia necesaria para la dictadura a través de su grupo artístico C.A.D.A. (Colectivo de Acciones de Arte). Escribió en el cielo azul para demostrar que no había nada más grande, nada más infinito, desafiando el antropocentrismo bélico. Su arte infinito nos muestra las posibilidades tanto del camino como del destino en un vacío tan grande como el cielo azul sobre el que versaron sus obras y sus propias creencias. Nada más grande, nada más cierto.
Los videojuegos, como forma de expresión artística, han evolucionado no solo en términos de jugabilidad y narrativa, sino también en la forma en que utilizan la estética para sumergir a los jugadores en mundos imaginarios. Aunque son pocos los videojuegos que se centran exclusivamente en un color específico, algunos han abrazado la estética azul de manera destacada, creando experiencias visuales únicas y cautivadoras. El Azul, como han demostrado artistas como Klein y Zurita, es un color infinito, repleto de posibilidades creativas.
Uno de los juegos que ha capturado la atención de los jugadores con su estética azul es Hyper Light Drifter (Heart Machine/ Abylight, 2016) . Este juego de acción y aventuras presenta un mundo pixelado con una paleta de colores que incluye tonos azules, creando un ambiente visualmente atractivo. Los escenarios detallados y los personajes estilizados contribuyen a una experiencia única que va más allá de la jugabilidad.
Otro título que ha incorporado de manera magistral el color azul en su estética es Transistor (Supergiant Games, 2015). Desarrollado por Supergiant Games, este juego de acción combina una narrativa envolvente con una estética futurista donde el azul domina la paleta de colores. Los entornos cibernéticos y el diseño de los personajes contribuyen a una experiencia visualmente impactante que se queda grabada en la memoria de los jugadores.
Para aquellos que buscan una experiencia más relajada y sumergirse en entornos submarinos, ABZÛ (Giant Squid, 2017) ofrece una propuesta única. Aunque no se centra exclusivamente en el color azul, gran parte de su paleta de colores está compuesta por tonos acuáticos y azules. Este juego de aventuras submarinas permite a los jugadores explorar el fondo del océano en un viaje que combina arte visual impresionante y música envolvente.
Si bien la estética azul puede no ser el tema central de todos los juegos, su presencia en el diseño visual puede tener un impacto significativo en la experiencia del jugador. Journey (Thatgamecompany/Tricky Pixels/Santa Monica Studio, 2015), por ejemplo, no se centra en el azul, pero presenta paisajes desérticos con tonos azules en ciertas áreas, creando momentos visuales memorables.
La estética azul no se limita solo a mundos ficticios, también se puede encontrar en juegos basados en la vida cotidiana. Mirror’s Edge (DICE, 2008), con su estilo de parkour urbano, utiliza de manera prominente el blanco y el azul para crear un ambiente visualmente distintivo y moderno.
En el ámbito de los juegos de rol japonés, Blue Reflection (Gust/Koei Tecmo, 2017)se destaca por su estética visual con tonalidades azules en muchos de sus entornos y elementos. La fusión de elementos mágicos y estilos visuales únicos contribuye a una experiencia que cautiva a los amantes de este género.
En el espacio de las aventuras gráficas, Cyanide & Happiness – Freakpocalypse (Explosm/Skeleton Crew Studio, 2021) aporta su propia perspectiva a la estética azul. Basado en la popular serie de cómics en línea, el juego utiliza tonos azules en varios entornos, creando una experiencia que refleja la esencia cómica y alocada de la serie.
Estos videojuegos demuestran cómo la estética puede valerse de técnicas artísticas para fortalecer la creatividad del medio. En cuanto a ambientación, otra herramienta poderosa puede ser el concepto de vacío. Ya sea a través de vastos paisajes desiertos, islas misteriosas o bosques silenciosos, hay algunos juegos que logran transmitir una sensación palpable de soledad y quietud que resuena en los jugadores, llevándolos a reflexionar sobre el significado del vacío en el contexto de la narrativa y la experiencia del juego, como hizo Klein en su performance.
Destacaría de nuevo Journey (Thatgamecompany/Tricky Pixels/Santa Monica Studio, 2015) y, sobre todo, el juego INSIDE (Playdead, 2010), además de su enfoque en la estética visual, utiliza la ambientación para transmitir un sentido de aislamiento y opresión. Los entornos oscuros y claustrofóbicos contribuyen a la sensación de estar inmerso en un vacío desconcertante, donde la narrativa y el entorno se entrelazan de manera intrigante. Por otro lado, Limbo (Playdead, 2010), con su estilo visual distintivo en blanco y negro, crea una atmósfera única que contribuye a la sensación de vacío. Los entornos oscuros y misteriosos te sumergen en un mundo desconocido, donde la ausencia de colores vibrantes refuerza la sensación de soledad y desolación. De nuevo, impera una poética política, blanca, que resuena con los ecos artísticos y activistas de Raúl Zurita.
En la quietud de los escenarios desolados y las paletas de colores azules, los videojuegos exploran la estética como un eco sutil pero impactante. Las vastas extensiones sin vida, el viento digital y los rincones abandonados se convierten en testimonios virtuales de la soledad, sirviendo como espejos que reflejan nuestras propias reflexiones sobre el espacio, la conexión y la existencia.
En esta representación ambiental del vacío y del azul, se despiertan preguntas filosóficas que invitan a los jugadores a explorar los límites de la realidad simulada y a enfrentarse a la ausencia que se manifiesta de maneras tanto visuales como emocionales. Así, en la intersección entre el arte interactivo y la experiencia humana, estos juegos nos desafían a contemplarnos no como una carencia, sino como un espacio fértil para la introspección y la contemplación.
Espectacular esto, Almu! Qué lujazo de post
Artículos como este son santo y seña de lo que es AKB, una web de videojuegos (y otras cosas) diferente del resto y con una marcada personalidad propia, que siempre va por libre. Por eso, y por las neuras de Toño y los debates con Kris fue por lo que me enganché y sigo aquí fiel, desde aquellos comienzos de 2006 que me puse internet en casa.
Muy bien, Almudena, gran incorporación, esa frescura le viene de maravilla a la web. Y parafraseando a medias a Mariví Bilbao (DEP) en La Que Se Avecina: «Qué bien escribe esta chica siempre».
Salud para tod@s.
Grande Choro, tú también eres un ingrediente básico de esta casa, un verdadero privilegio tenerte «en el otro lado».
Gracias, amigo.