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Shadow of the Colossus vuelve a deslumbrar, análisis

Shadow of the Colossus se estrenó en las PS2 europeas hace ya 11 años. Fumito Ueda y el Team ICO volvieron a crear, tras ICO, una aventura personalísima, mística, envuelta de una magia que, aunque no la catapultó en ventas, sí que la consagró en el imaginario colectivo como una obra única.

La sombra del Coloso te acompañará siempre, jugador.

Cada coloso, una aventura

Al nuevo jugador, al que no se haya enfrentado previamente a este juego en PS2 o PS3, quizá le llamará la atención que los únicos enemigos del juego sean los 16 Colosos, los que podrían considerarse los Jefes Final de Fase, de una forma similar a lo que parecía iba a ser Cuphead, por ejemplo. Este planteamiento esconde una profundidad que tan solo se hace evidente mientras lo juegas. Y es que el desafío no consiste en tener que acabar con cada Coloso. Primero deberás encontrarlo, después averiguar entonces sus debilidades y cómo aprovechar sus rutinas y entonces, y solo entonces, dar buena cuenta de él. Cada nuevo Coloso añadirá una complejidad añadida, complicándose el reto, pasando de la sorpresa a la complejidad, hasta llegar al gigantesco enemigo final.

Cada uno de estos pasos es un universo en si mismo y, paradójicamente, el más trivial quizá sea el de acabar con un Coloso una vez has descubierto cómo hacerlo, aunque por el argumento del juego, y por la majestuosidad de los gigantes, cada combate sea una ceremonia dotada de una carga emocional impresionante. Y, cuando finalmente se asesta el golpe de gracia con el que se acaba con cada Coloso, tras una íntima coreografía, es complicado evitar una sensación agridulce, como si, en este caso, el Fin no justificara los medios. Como si acabar con los Colosos fuera una tragedia en si misma y que nuestra aventura sea un sinsentido. Mucha de la culpa de estas sensaciones contradictorias, de pequeñez y sentimientos enfrentados con los Colosos la tiene la banda sonora, un auténtico prodigio.

Impresionante Agro

Y qué decir de la implementación de Agro, que rivaliza con el mundo creado en el que habita. Sus movimientos son majestuosos, y al poco te encontrarás controlándolo a la perfección. La perspectiva siempre es complicada, pero creo que este Agro de Shadow of the Colossus Remake es el primer caballo que me ha ofrecido unas sensaciones cercanas a lo que sentí la primera vez que controlé a Epona en el mítico Zelda Ocarina of Time. Sí, la ocasión era absolutamente diferente, pero el carisma de Agro, su elegante implementación, su preciso control y su papel de único compañero de Wander le confiere una importancia tremenda en el juego. Una importancia que acaba trascendiendo del juego en si y llegando a conectar con el jugador, como ha sido mi caso.

No es la única vez que me he acordado de Zelda. Con Breath of the Wild encajado en mi Switch, al menos hasta que le consiga encontrar ese punto que le ha valido tantísimos GOTYs, incluído el de la Redacción de AKB. El escalar cada Coloso evoca el espíritu de Aventura tan lúcidamente implementado en la última epopeya de Link, con la barra de esfuerzo amenazando con agotarse en cualquier momento. Y es que trepar a cada gigante puede equipararse a esa sensación de coronar una prometedora nueva montaña por primera vez en Breath of the Wild.

La búsqueda del siguiente Coloso es quizá la parte más mística del juego. Recorrer el mundo de Shadow of the Colossus, utilizando la espada de Wander a modo de brújula mágica, ha sido la mejor experiencia que he tenido a los mandos de este juego. Reflexionar en parajes de ensueño sobre la que estamos liando, sobre las consecuencias de jugar a ser dioses, sobre el origen de los Colosos, sobre lo diminuto de nuestra existencia sobre si realmente todo esto merece la pena, es inigualable, incomparable. Pocas veces me he encontrado con esos pensamientos mientras he jugado a un videojuego, porque no es algo sencillo de conseguir. En absoluto. Y cuando el desenlace ocurre, y la historia se completa, una sensación de vacío te inunda, porque sabes que lo que has vivido, lo que has jugado, es sencillamente irrepetible. Ueda, gracias por tanto.

Un remake de los que crean escuela

Antes de seguir, quiero puntualizar jugado a Shadow of the Colossus en PS4 Pro, por lo que no puedo comentar sobre el rendimiento en una PS4 estándar. En PS4 Pro hay dos modos de ejecución disponibles: Modo Cinema, especialmente para 4K, y Modo Rendimiento Fluido. No tengo conectada la PS4 Pro a una televisión 4K, pero en el modo Cinema, en el que se prioriza la resolución para ofrecer 4K o 1080 reescalados desde el 4K, el juego va muchísimo menos fluído que en el Modo Rendimiento Fluido, en el que se protegen con uñas y dientes la tasa de cuadros por segundo.

El mundo de Shadow of the Colossus combina belleza con una mística que te calará hasta los huesos.

Dicho esto, y aunque las imágenes siempre valen más que mil palabras, tengo que disparar: Shadow of the Colossus para PS4, visualmente, es un juego del 2018. Es precioso, muy cuidado, y aunque no es de lo más espectacular que se ha visto en esta generación, lo cierto es que el trabajo de remake, sin llegar a lo que se hizo con el primer Resident Evil en GameCube, es intachable, dotándole de unos acabados espectaculares.

Gigantes muy vivos

Por ejemplo, el pelaje de los Colosos, la forma en la que las plantas han sido implementadas, meciéndose por el viento, el aspecto del agua o, sobre todo, los efectos de luz, absolutamente sobrecogedores, especialmente al adentrarte en uno de los bosques que componen el mapeado de Shadow of the Colossus. El juego es el mismo, pero se ha actualizado para que sus virtudes, que las conserva intactas, no sucumban a los estándares visuales, hasta el punto que el Modo Foto se convierte en un modo de juego adicional y simultáneo con la aventura en si.

No sé cuántas horas he invertido en hacer capturas, pero seguro que, al menos, han sido las mismas que he necesitado para completar la aventura. Cada plano, cada rincón del mapa, cada cascada, lago, desierto, animal, templo y, por supuesto, Coloso, merece decenas de fotografías, utilizando todos los filtros disponibles. Es una auténtica gozada capturar esas postales únicas que se encuentran en tantos y tantos lugares de Shadow of the Colossus.

La banda sonora es increíble. Cada tema, cada uno de sus secciones, es capaz de crear una atmósfera mágica, inigualable. Kudos a iam8bit por haberla lanzado en vinilo por primera vez, un acontecimiento único que espero que se produzca también con una de las grandes bandas sonoras del 2017, Rime, a cargo de David García Díaz, que también ha sido el responsable del sonido de otra de las joyas del año que acabamos de dejar atrás, Hellblade.

Quizá lo más importante que se pueda decir de este Shadow of the Colossus para PS4 es que sabe a juego nuevo. Y no porque cambie su esencia, que no lo hace, o porque incorpore grandes novedades, que no es el caso, sino porque técnicamente ha vuelto a nacer. Visualmente es un espectáculo, y a poco que seas fan de las propuestas de Fumito Ueda y compañía, tienes que hacerte con él. Y más teniendo en cuenta el precio reducido al que se pone a la venta, poco más de 30€. Un juegazo que conserva, en su enésima versión, toda la carga épica y emocional del original. Imprescindible. [100]

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