Llevo comprando consolas desde los tiempos de Nintendo 8 bits. Por mis manos han pasado la citada NES, Megadrive, Super Nintendo, PlayStation, PS2, Xbox, Dreamcast, Nintendo 64, PS3, Xbox 360, PS4, PS4 Pro, Xbox One y Xbox One X.
Con todas y cada una he disfrutado especialmente de eso que se conoce como juegos Exclusivos. Es decir, títulos que no se pueden jugar en ninguna otra consola, y que para disfrutarlos tienes que hacerte con una máquina en concreto. Super Mario, Virtua Tennis, GoldenEye, Uncharted 2, Halo, Sega Rally, Forza Horizon 4. Seguro que tú tienes tus propios ejemplos.
Es por ello que hay dos cosas de la nueva apuesta de Xbox que no me cuadran en absoluto. La primera es el hecho que se haya decidido lanzarla sin juegos potentes que puedan considerarse Next-Gen. La segunda, que desde el día 1 haya salido a la venta con dos configuraciones.
Una Xbox Next-Gen sin juegos Next-Gen
Sobre lo de no salir a la venta sin juegos, tan solo me cuadra por el retraso a última hora de Halo Infinite y por no dar unos meses extra de ventaja a PlayStation que le permitieran conseguir distanciarse en cuanto a base de jugadores.
En cualquier caso, que Microsoft únicamente tuviera una carta para la parrilla de salida me parece un sin sentido. El no contar con juegos únicos de salida hace que no tenga argumentes para hacerme con una Xbox Series X de salida. Sí, Gamepass proporciona acceso instantáneo a una libería de juegos de generaciones anteriores. Pero yo no salto a la Next-Gen para rejugar a mis juegos.
Tengo que confesar que la tuve reservada, únicamente por la fiebre de la novedad, pero me di cuenta que gastarme 500€, teniendo Xbox One X, sin poder tener un juego día 1 único para la consola, no era algo que me hiciera sentir cómodo.
Te gustará más o menos el diseño de PS5 – a mi no me gusta – pero es innegable que un remake de Demon’s Souls, el juego que inició hace muchos años la fiebre Souls, es un puntazo. Y la posibilidad de jugar la mejor versión Spider-man Miles Morales, aunque vaya a ser un título crossgen, me parece un plus considerable.
También me llama enormentente Destruction All Stars, por recordarme a Destruction Derby, uno de los primeros juegos que disfruté en PSX.
Fragmentar tu Next-Gen: adiós a la optimización
El segundo tema también es puramente económico. Presentar la nueva generación en dos setups, Xbox Series X y Series S, hace que el factor precio no sea una barrera de entrada, pero le pone la cosa muy jodida a los desarrolladores de cara a optimizar, como el propio Phil Harrison ha reconocido.
Parece que Xbox quiere lanzar consolas nuevas sin importar que tengan o no tengan juegos exclusivos o que estos estén o no optimizados. Y a mi, que estoy para mí esto sigue yendo de juegos, me parece surrealista.