La ecuación inicial es sencilla, juego hecho en flash para PC + robot despiezado + cero pretensiones + mucho talento, resultado = arte. Estamos ante una obra de arte del nivel de muy pocos, Braid por ejemplo, si habéis jugado al título de Jonathan Blow sabréis a que me refiero. Machinarium es uno de esos títulos que se convierte en un clásico instantáneo de esos pocos que además rezuma por los cuatro costados sabor añejo y que consigue adeptos a medida que el boca a boca hace su trabajo.
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