Cuando las 3D sólo son la guinda del pastel

Ya he probado la Nintendo 3DS. No sé qué esperaba del cacharro. Bueno sí: 3D sin gafas. Y hay que decir que el efecto está ahí. Pero es un efecto de mírame y no me toques, de no muevas la pantalla mientras juegues porque se va. De no muevas la cabeza porque se van las 3D. De descansar cada 30 minutos de juego porque hay que forzar más la vista que para verle el tanga a la que se sienta en primera fila en la facultad. Por fortuna, en la jugada Nintendo 3DS hay algo más que una ilusión óptica. Bastante más.

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