Qué poco que me había gustado Dishonored cuando lo vi en la Gamescom. Lo que yo vi: un Assassin's Creed wannabe una estética que no acababa de definirse entre Bioshock y Vidocq, con una jugabilidad basada en superpoderes que convertían la experiencia de juego en un desfile de combates no balanceados. El hecho de que compartiera minutos de gloria en los monitores del stand de Bethesda con Prey 2 tampoco le hizo ningún favor: qué pintaza que tenía el gameplay, parecía un juego bueno de Blade Runner. (más…)
