Dragon's Dogma 2, guapísimo aunque no me entere de mucho

Dragon’s Dogma 2 es un juego que transmite vibes guapísimos, pero si me preguntas no sé muy bien qué es lo que ha pasado, en general. Sólo he podido desencadenar el evento que dispara el End Game mirando una guía, y eso que hasta ese momento, tras más de 30 horas de juego, todo había ido bastante rodado.

Pero para llegar a el End Game, sin entrar en spoilers, he tenido que romper un bucle chunguísimo que hacía que me enfrentara una y otra vez con el jefe más jodido que había visto hasta el momento. Incluso tras poder romper el bucle, me he encontrado con que el que se suponía que era el malo del juego, un malo que se revela de golpe y porrazo, no es tan malo. O igual es que se ha olvidado de ser malo.

Yo qué sé, igual todo, al final, ha sido un sueño del Resines, pero lo jodido es que, hasta ese punto, Dragon’s Dogma 2 se había lucido como una super recreativa next-gen, porque aquí el combate es lo primero, con unos escenarios brutales que se podían admirar desde cualquier punto del mundo, con una distancia de dibujado surrealista, a costa de unos FPS muy justitos y tremendamente inestables, por otra parte. Pero no me quejo: lo de poder ver desde una colina la otra punta del escenario o los personajes y los elementos que los pueblan es una barbaridad.

Tengo que un par de cosas que me han gustado mucho. La primera, los efectos climatológicos, sobre todo la iluminación – el amanecer es una locura – y la neblina, que son el broche de oro de unos escenarios mágicos. Lo segundo, en menor medida, la cámara durante los diálogos, que habilita una rotación que nos permite ver las caras de los interlocutores a nuestra elección.

El mundo de Dragon’s Dogma 2 quizá no sea tan grande como en otros juegos, pero teniendo en cuenta lo lento que se recorre, sin la opción de viaje rápido más allá de las carretas o de las piedras mágicas que nos iremos encontrando a cuentagotas (salvo en el End Game), y sin ningún caballo u otra montura a dominar, se antoja muy vasto. Ahí es donde Capcom se hace fuerte, convirtiendo en los forzados paseos en la oportunidad perfecta para encontrarnos con una colección de monstruos, de muy diversa peligrosidad y tamaño, que nos tendrán tremendamente entretenidos. Su colección de NPCs, que tiene 0 problemas en asaltarnos para encargarnos misiones, aseguran muchas horas de juego, aunque también es cierto que muchas de ellas, las que no forman parte de la historia principal, son opcionales y las podréis ignorar, resultando, como en mi primera pasada, un mapa con muchísimas zonas sin explorar.

En esa fórmula de excursión entretenida incluiría otros aspectos, como la barra de energía menguante, que nos obligará no solo a curarnos sino a descansar para poder recuperar toda la vida, así como la limitada carga que podremos llevar, reducidísima, teniendo en cuenta que la mayoría del peso que podremos soportar se lo llevará la armadura y las armas, elementos indispensables.

Otro aspecto central del juego, parte de su personalidad única, es la magia de los encuentros, en los que igual estamos repartiendo hostias a un grupo de minions y de repente un Orco gigantesco empiece a atacarnos. Y puede que un Grifo se una a la fiesta atacando a los minions, al Orco y a nosotros claro. Así es el caos de Dragon’s Dogma 2 en la batalla. Hay que destacar que Orcos, Grifos y Dragones serán durísimos durante las primeras horas de juego, convirtiéndolos en la réplica del famoso dueto Gigante/Mamut de Skyrim, absolutamente intratables durante un buen tramo de la partida.

En Dragon’s Dogma 2 controlamos a un personaje principal y tendremos la ayuda de un NPC que nos acompañará durante toda la aventura. Este NPC será parte de los llamados Peones, que son básicamente seguidores del Arisen, el elegido, y que combatirán a nuestro lado, siendo capaces también de darnos consejos relacionados con la localización de items, algo súper útil, pues nos permitirá localizar objetos que quizá se han escapado a nuestra inspección del escenario. Podremos contar con la ayuda de otros dos peones secundarios, que deberemos ir cambiando regularmente porque estos, a diferencia de nuestro personaje y del Peón principal, no subirán de nivel con nosotros.

Podremos, eso sí, reficharlos, porque estos Peones básicamente son Peones principales de otros jugadores, y a medida que estos jugadores van jugando, sus Peones principales suben de nivel y podemos ficharlos de nuevo con ese nuevo nivel adquirido. Suena más lío de lo que es, realmente.

Sobre el argumento

Como Arisen, legítimo soberano, caído en la desgracia, deberemos reivindicar nuestros derechos y conseguir recuperar nuestros privilegios. La forma de hacerlo, recorrer el Reino buscando a los seguidores que reconozcan nuestra naturaleza. Este es el Macguffin de Dragon’s Dogma 2, porque a la hora de la verdad, la cosa es bastante más random que todo eso, con personajes indescifrables y mecánicas forzadas no explicadas, llegando a un punto coincidiendo con el End Game que, básicamente, ha escapado de mi comprensión.

Un caos que también hace acto de presencia en los pueblos y ciudades que visitemos. Y es que debido al sistema de NPCs implementado, un sistema que hace que estos puedan morir, aunque sean vitales para misiones, el ecosistema en el que se sustentan las misiones de Dragon’s Dogma 2, tanto secundarias como principales, es tan flipante como frágil.

Olvidando ese caos por un momento, que, dentro de lo que cabe, a mi solo se me ha hecho patente al final del juego, Dragon’s Dogma 2 es una aventura de Caballeros, Dragones y magia, en un mundo que los japoneses de Capcom han creado tirando más del imaginario europeo que del japonés. Así, la aventura transcurre en un mundo que nos resultará muy reconocible por su tono medieval y de fantasía heroica.

Hablemos de cosas más tangibles

En el plano jugable, hay que empezar hablando de los combates, porque son lo que nos ocuparán más tiempo de juego. Las vocaciones en Dragon’s Dogma 2, los estilos de lucha básicamente, son uno de los aspectos más variados del juego, mucho más que otras cosas como la colección de enemigos o las armas. La variedad de clases, creciente a medida que avanzas en la aventura y te encuentras con medios de aprender nuevas, permite definir un personaje con un estilo de combate radicalmente diferente, aunque también habrá vocaciones híbridas.

Un puntazo es poder cambiar sobre la marcha de vocación visitando los lugares destinados a tal efecto, tanto de nuestro personaje como del peón principal, permitiendo así acceder a un catálogo de movimientos diferentes, aunque, a la vez, será una putada, porque tendremos que tener un equipo totalmente diferente, empezando por la armadura y acabando en las armas.

Por cierto, a medida que vayamos ganando experiencia, la vocación de nuestro personaje y del peón principal irá aumentando de nivel, produciénose así el desbloqueo de nuevos movimientos específicos de nuestra clase. El de los secundarios, consistentemente con lo que pasa con sus niveles de personaje, no lo hará.

Hablando de las armas, es curioso como Dragon’s Dogma 2 apuesta por una fórmula de minimizar el número de opciones diferentes, convirtiendo cada adquisición o descubrimiento de nueva arma en todo un acontecimiento. El catálogo, así, es reducidísimo, pero, aún siendo una propuesta muy diferente a otros videojuegos, en los que el cambio de arma es algo continuo, se acaba asumiendo sin mayores problemas.

Dragon’s Dogma 2, cuando se olvida de hacer cosas raras, es un juegazo de esos de ADN de recreativa. El combate está guapísimo, mezclando la epicidad de los bosses de Souls con un control, una dificultad y unas opciones muchísimo más asequibles. El kilo de Ogro o de Dragón no es que se venda barato, pero aquí es más asequible que lo que FromSoftware nunca permitiría.

Su carisma es descomunal, y es por ello que, a pesar de sus ramalazos de guión tan desconcertantes como las obras de David Lynch, lo tendrás jodido para olvidarte de él. Tanto es así que, tras completar la quest principal con su final bueno, dejando atrás muchas secundarias, a las 40 horas aproximadamente, no he tardado ni 1 segundo en saltar a su New Game+, para ver si dándole otra vuelta la copla tiene más sentido, porque quiero muy fuerte que tenga sentido a mis oídos y acabar de enamorarme de él.. Un New Game+ que, por cierto, no aumenta la dificultad pero nos permite empezar la aventura conservando stats e inventario. Un placer culpable eso de barrer a todos los enemigos del principio sin despeinarte, sin duda.

Dragon’s Dogma 2 es un juegazo personalísimo, que recuerda que Capcom es una de las más grandes, incluso haciendo cosas tan poco [85]

  1. Gran analisis!
    La verdad es que a mí me ha encantado el juego, tiene un carisma brutal y no se hace nada pesado el mapa, además, sí que hay teleport, y si lo haces bien y haces un par de misiones secundarias perdibles, tienes puntos de teleport suficientes al final del juego.

    La historia pasa como en el primero, está ahí como escusa, pero sirve de poco y es muy previsible, la magia del juego para mí, está en la aventura de recorrer el mapa a pie, y encontrarte con montón de cosas por en medio y saber que cuando se acerca la noche, hay peligro, calcularlo todo, el peso del inventario (una jodienda a mi parecer, mal equilibrado) y lo que va a pasar, es increíble.

    Eso sí, el juego tiene una clase que esta rotisima, y es el arquero mágico, pero rota…rota, y divertida a más no poder. El neg game + lo he empezado también con un ladrón, y claro, con todas las armas y armaduras que tenía es un juego de niños, la verdad jajaja

    Juegazo muy recomndable, como el primero.

    • Mil gracias tio por leértelo y por dejar un comentario!

      Hosti sí, claro, el teleport es viaje rápido, no lo he relacionado porque necesitas piedras consumibles.

      Tengo que probar ese arquero mágico!

      De la historia, totalmente, no comments, aunque jode que una atmósfera tan brutal no la hayan aprovechado para explicar algo épico.

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